La roca sagrada


En la tierra sagrada de los anangu

Uluru – Kata Tjuta es la tierra de los aborígenes anangu, propietarios originales de este lugar desde hace más de 10.000 años. En el Parque Nacional se encuentra la roca, lugar donde realizan sus ceremonias ancestrales por lo que este territorio es sagrado para los anangu que mantienen su lengua y sus propias leyes.



Aterrizamos en el desierto australiano que nos da la bienvenida a 41 grados. El calor es asfixiante y no da tregua. Nuestra intención es alquilar un coche para movernos a nuestro antojo por el Parque Nacional, ya que la entrada te da la posibilidad de entrar y salir durante tres días y el coche nos permitirá admirar los atardeceres y los amaneceres en este lugar del planeta a nuestro ritmo. Y sorpresa, no hay ningún coche disponible. Somos perseverantes y damos un poco la murga en los mostradores de alquiler y ¡bingo!, conseguimos un coche, más bien un cochazo.


Declinamos ascender la roca. Los propietarios originales de este lugar te instan a no hacerlo ya que se trata de un lugar sagrado para ellos y te invitan a apreciar y respetar su cultura. “Lo más importante no es subir a la roca, sino abrir tu mente y tu corazón y entender este lugar”. Y realmente así es. Pero esta advertencia no sólo se debe a motivos espirituales, sino que los anangu también te instan a no subir por medidas de seguridad ya que 35 personas han muerto en el intento.


Uluru es un emplazamiento mágico que tiene un poder especial. Con la puesta de sol la roca va cambiando de color acorde a los caprichos del árido paisaje. Lo mejor es estar solos admirando el atardecer en silencio, mientras el sol tiñe de naranja el paisaje, escuchando únicamente el susurro del viento en medio del desierto, mientras se va asomando una gran luna llena. Un espectáculo que sin duda desprende un poder especial. De los que hemos admirado, probablemente será uno de los que mayor fuerza emana.



Madrugamos a las 6 de la mañana para recorrer los 10 kilómetros alrededor de la roca, porque a las ocho el sol pega sin piedad. Evitamos las horas centrales del día para refrescarnos en la piscina del hostel ya que el calor es sofocante y las pesadas moscas que aparecen por todas las esquinas se pegan como verdaderas moscas “cojoneras”. Creemos que esta especie viene de esta zona del planeta.


Desde hace años tenemos la costumbre de llevarnos una pequeña piedra de los sitios especiales que nos gustan, pero declinamos esta idea en Uluru. A los anangu tampoco les gusta que nadie se lleve parte de su lugar. En el Centro de Visitantes, donde una exposición te explica su cultura y costumbres, están expuestas piedras de gente que se las llevó y luego arrepentidos las devolvieron.


Y pasamos en Uluru la Nochevieja a 41 grados. La cena: una barbacoa de carne de emú cocodrilo y canguro. Y empezamos el año nuevo con una fiestuqui en el hotel al más estilo australiano aunque preferimos irnos a la cama tras las campanadas. Gorka lleva ya más de una hora durmiendo.


Al día siguiente dejamos la tierra de los anangu para adentrarnos en el desierto australiano. Árido y lleno de canguros muertos en los arcenes de la carretera. Pero de momento no vemos ninguno vivo.




Próximo destino: Melbourne.
1 Response
  1. gorka Says:

    VAYA MOMENTAZO EL DE LA LUNA EH??? INOLVIDABLE!!!!!


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