Fiordos chilenos






Navegando por los fiordos chilenos


Y por fin un poco de relax. Después de varias semanas a tope por la Patagonia, nos toca descansar un poco y qué mejor forma que recorriendo los fiordos chilenos en un ferry de carga adaptado también para pasajeros. Embarcamos en Puerto Natales en el barco de la compañía Navimag y tras cuatro días de navegación, desembarcaremos en Puerto Mont.


Montañas nevadas, glaciares, pueblitos escondidos únicamente accesibles por mar como Puerto Edén, barcos encallados e incluso un submarino son parte del paisaje que nos acompaña durante la travesía.


En el barco conocemos a Amaia de Oñati y a Vanessa una catalana-chilena-francesa. Como dice ella, cada uno es de donde mejor se siente. Y los cuatro pasamos los días juntos. Aunque en un principio pretendemos descansar y no hacer nada, al final la estancia se nos queda corta. Pasamos los días entre largas charlas, reñidas partidas de Monopoli, películas chilenas, visitas al puesto de mando y a la sala de máquinas.


El último día se celebra una fiesta de despedida en el barco con bingo incluido, “el mejor bingo patagónico”, de hecho el único. Y resulta que los cuatro ganamos el premio al peor bingo, es decir, al que más números le faltan para finalizar el cartón. Acabamos los cuatro bailando y disfrutando de la botella de vino que nos toca de premio.



Merece la pena realizar este recorrido en este ferry porque te permite visitar lugares únicamente accesibles en barco, como el glaciar Amalia. Además el ambiente es muy tranquilo, la tripulación muy amable y la comida realmente buena.


Desembarcamos en Puerto Mont con un poco de pena porque nos hubiese gustado seguir navegando un par de días más. Los cuatro decidimos alquilar un coche y recorrer la isla de Chiloé, al sur de Chile. Se une al grupo Vivien, un francés que viaja sólo y que también venía en el barco. Vivien es el autor de la foto de cabecera.


Chiloé es una isla en la que reina un ambiente muy tranquilo y relajado y se caracteriza por un paisaje muy verde. Está salpicada de 150 iglesias muy pintorescas y construidas completamente de madera, de las cuales 16 son Patrimonio de la Humanidad. (Foto). Al parecer los jesuitas, encargados de la evangelización, fueron construyendo capillas por todo el archipiélago entre los siglos XVIII y XIX.


Son curiosos los palafitos de Castro, la capital de la isla. Son viviendas de colores que cuelgan en el lecho marino sobre pilares de madera.
Vemos delfines cerca de la orilla y leones marinos que pasan la mañana en una plataforma de madera. Pasamos unos días muy agradables y los cinco nos despedimos ya que cada uno sigue con su recorrido.


Próximo destino: Santiago de Chile.
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