Una de nombres largos

¿Alguien da más?

Taumatawhakatangihangakoauauotamateapokaiwhenuakitanatahu es el nombre maorí de una colina de Nueva Zelanda de 305 metros de altitud. Los maoríes acortan el nombre a Taumata, sin duda, algo más fácil. Traducida literalmente significa: “La cumbre de la colina, donde Tamatea, el hombre con las rodillas grandes, conocido como "el devorador de tierra", que bajó, subió y engulló las montañas, le tocó la flauta a su amada”. Ahí queda eso. Se ha hecho famosa por tener uno de los nombres de lugares más largos del mundo. No hay duda.


FIORDO MILFORD



Cinco horas remando por el fiordo Milford

Uno de los lugares más famosos de New Zealand es el fiordo Milford, situado en la isla sur, dentro del Parque Nacional de Fiordland. El lugar es majestuoso. Un cristalino lago rodeado de montañas, conforma un paisaje que transmite sobre todo tranquilidad. Hay varias formas de admirar el fiordo y nosotros nos decantamos por la más dura: en kayak. Y allí nos aventuramos. Nos unimos a un grupo y durante ¡cinco horas! nos recorremos este paraíso a golpe de remo. Pasamos por debajo de una cascada, vemos focas nadando junto a nuestra embarcación y nos tomamos un tentempié sobre el kayak. Para ser la segunda vez que Lorea se monta en una piragua, las cinco horas son más que suficientes.

En este lago nos encontramos con una advertencia sobre el peligro que supone el ¿didymo? y solicitan la colaboración de todos para combatirlo. ¿Pero esto qué es?. Y recurrimos a Lander Intxausti, un biólogo zornotzarra que amablemente nos aclara las dudas. El didymo es un tipo de alga microscópica de agua dulce que tiene una estructura de silicio. Pero lo más extraño es que procede del norte de Europa. ¿Y qué hace en las antípodas?. Lander responde: me temo que solo puede ser una plaga. Y me imagino que habrá sido una catástrofe matando toda la vida del lago. Es una invasión ecológica. De alguna manera el didymo ha llegado a un entorno en el que no tenía competidores ni depredadores y se ha reproducido sin control y eso habrá generado problemas de eutrofización. Normalmente esas invasiones tienen dos posibles orígenes: un transvase accidental (por ejemplo una zodiac que usaban en Noruega y la llevaron a Nueva Zelanda con pasajeros), o bien un experimento (un investigador que pretendía experimentar algo con una especie exótica y la cosa se ha descontrolado). Pasa lo mismo con el mejillón zebra, la perca de los grandes lagos o los conejos en Australia. Ahí queda eso. Eskerrik asko Lander.


Seguimos la ruta por la isla sur en nuestra “Sex Pistols” y llegamos a Queenstown, una agradable ciudad que nos encanta ya que ofrece de todo. Es uno de los pocos sitios donde los dos coincidimos que nos podríamos quedar a vivir. El motivo: un lago precioso, pistas de esquí, rodeado de montañas, mucha vida comercial y sobre todo una ciudad con ambiente y muy cuidada, esto último algo muy común a todos los pueblos de New Zealand.

La “Sex Pistols” nos sigue llevando por las carreteras kiwis y después de ver los glaciares Franz Josef y Fox, llegamos a Punkaiki en la costa oeste. En este lugar paramos nuestra furgo, sacamos nuestras sillas y nos ponemos a admirar el impresionante paisaje. Llega un grupo en autobús y qué casualidad: “hombre, si este es de Amorebieta”. Nos encontramos con Antonio, un chico zornotzarra que Lorea conoce de vista y anda de tour por Nueva Zelanda.


Después de varios trekkings por lagos de postal y una jornada de relax en las termas al aire libre de Hanmer Springs, dejamos la isla sur y también nuestra súper furgo, para aventurarnos por la isla norte. Para ello alquilamos una autocaravana de seis plazas para los dos, vamos, una mansión que será nuestra casa durante seis días. Pero es que no nos podíamos resistir a la oportunidad de pagar 50 céntimos de euro al día. Sí, sí, no es una errata. Es que la empresa Apollo Campervans lanza estas ofertas irresistibles con el objetivo de enviar autocaravanas de una isla a la otra, ya que la gente normalmente las alquila en el norte y las deja en el sur y le surge la necesidad de volver a enviarlas al norte. Solo tienes que tener la suerte de que haya una autocaravana disponible con esta oferta en las fechas que te interesen. Y ¡bingo!.

Nos encaja de maravilla. Encima te pagan el ferry para el vehiculo y el conductor. Vamos, un chollazo ya que solo pagamos el seguro. En nuestra mansión rodante recorremos la isla norte donde llegamos a Rotorua, una ciudad que se caracteriza por su actividad geotérmica. Paseas por sus calles y huele a sulfuro y en los parques el agua hirviendo sale desde las entrañas de la tierra. Los kiwis, comprometidos con las energías limpias, saben aprovechar esta riqueza para generar energía. Sin duda Nueva Zelanda es un ejemplo a tener en cuenta en cuestión ambiental.

Próximo destino: Tonga




Una de vacas

¿Cómo se entretienen las vacas en Nueva Zelanda?.

NEW ZEALAND





Al ritmo de los “Sex Pistols”

Nueva Zelanda es uno de los pocos países del mundo que prodiga un respeto absoluto por la naturaleza. Tal vez también ayuda que tan sólo sean 4,3 millones kiwis (habitantes de Nueva Zelanda) que están repartidos entre la isla norte y la isla sur. Pero la conciencia por el medio ambiente está patente en todos ellos y en su gobierno. Un dato significativo: a mediados de los ochenta los dos partidos
principales del país adoptaron una política antinuclear y un 99% de la población recicla la basura.



La mejor forma de recorrer las dos islas es alquilando una furgoneta. Nos vamos a la compañía Wicked que tiene los precios más ajustados y unas furgonetas muy coloridas y atrevidas, y nos adjudican la “Sex Pistols”. Está adaptada para dormir y grafiteada de tal forma que es muy difícil pasar desapercibidos. Hay gente que no se corta en
sacarnos fotos, incluso con nosotros dentro. Cada vez que nos cruzamos en la carretera con otra Wicked, que por cierto son tan cantosas o más que la nuestra, nos saludamos como si nos fuera la vida en ello. Hay como una pequeña complicidad entre las furgonetas Wicked que están decoradas con graffitis llamativos de distintos motivos.



Y ahí nos vamos con nuestra “Sex Pistols”, a recorrer la isla sur durante dos semanas. Paramos donde queremos, comemos donde más nos apetece y dormimos en sitios acondicionados para ello, porque prácticamente todo el mundo recorre la isla en autocaravana o furgoneta. Lagos impresionantes, montañas majestuosas, paisajes costeros vírgenes, verdes campiñas, pequeños pueblitos y millones y millones de ovejas salpican el paisaje de Nueva Zelanda. Porque hay más ovejas que habitantes. En muchos lugares nos da la sensación de que nos encontramos solos, que no hay nadie más que nosotros.



La cultura de Nueva Zelanda ( Aotearoa en maorí), es una fusión entre la cultura maorí y la proveniente de los descendientes de los colonos británicos. Y nos parece que todos ellos viven en armonía y consideramos que existe un respeto recíproco por sus culturas. Los maoríes han adoptado como propios muchos aspectos de la cultura occidental, y un número creciente de neozelandeses comparte las riquezas del patrimonio maorí. Por ejemplo, el rito haka que interpretan los All Blacks, el equipo de rugby, al comienzo de cada partido.


Próximo destino: Fiordo Milford







Australia según Gorka











Una visión particular de Gorka sobre su aventurilla australiana. La primicia fue para Mugarock, pero como anda un poco vago no le vamos a exigir un doble esfuerzo. El paparazzi más cojonudo cumplió su trabajo. Gorkua, te echamos de menos, te esperamos.... ya sabes dónde.


Melbourne





A la caza del canguro


Dejamos el desierto australiano y todavía no hemos visto un canguro vivo. Tenemos un vuelo a Melbourne con una compañía de bajo coste y ¡sorpresa en el aeropuerto!. Nos pasamos y bien el peso del equipaje permitido por esta aerolínea. Opciones: o pagamos o nos buscamos la vida. Está claro, no les vamos a pagar ni un duro más. Empezamos a ponernos ropa y ropa hasta que conseguimos el peso permitido. Más bien parece que nos vamos a esquiar, pero objetivo conseguido. Menos mal que Melbourne nos recibe con una temperatura agradable.


Melbourne es un importante centro de comercio, industria y actividad cultural. Y al parecer ha sido votada varias veces en estudios internacionales como una de las ciudades con mejor calidad de vida del mundo.


Esta ciudad destaca por su mezcla de arquitectura victoriana y contemporánea, así como por su extensa red de tranvías, sus jardines y parques victorianos y su diversa y multicultural sociedad. Porque aquí la gente va a su bola y nadie mira a nadie por su aspecto, hecho este que le diferencia de Sydney que vive más preocupada por su imagen. Una tarde sentados en un banco observando pasar a la gente, no tiene desperdicio.


Nos recorremos toda la ciudad y como vamos con un buen aficionado a los deportes (por televisión), visitamos las pistas de tenis donde se disputa el Open de Australia.

 

Alquilamos un coche para recorrer la famosa Great Ocean Road, una carretera que discurre serpenteante por la costa cercana a Melbourne. Ofrece unas vistas increíbles de la costa australiana y está salpicada por promontorios rocosos como los Doce Apóstoles, unos pináculos que se alzan en el mar y que gracias a la erosión tienen unas formas caprichosas. Y ya tampoco son doce estructuras porque desde hace años el mar se va tragando algún pináculo por la erosión.


Esta zona de Australia es muy turística y está llena de gente por lo que nos tememos lo peor, no hay sitio para dormir. “No vacancies”. Pues no hay problema: montamos la tienda de campaña y una noche que pasamos oyendo las olas de mar. No está nada mal. Y volvemos a ver decenas de koalas apostados tranquilamente en los árboles. Pero ni rastro de canguros. ¿Será verdad que existen?. Esto es preocupante. Pero hemos decidido que no nos vamos de Australia sin ver uno en libertad.



Nos informamos que el Parque Natural de los Grampians es un buen lugar para verlos y allí nos dirigimos. Y realmente las informaciones son correctas. Sólo llegar al parque nos encontramos con decenas de canguros en libertad que bien descansan a la sombra o bien se pasean dando saltos. Pero cuando nos acercamos no son como los koalas que pasan de todo, sino que los canguros nos observan y se ponen alerta. Pero disfrutamos de una imagen inolvidable: al acercarnos un pequeño canguro se esconde en la bolsa marsupial de su madre. ¡Más no se puede pedir!. Objetivo cumplido. ¡Qué peso nos quitamos de encima!. ¡No podemos volver a casa diciendo que hemos estado en Australia y no hemos visto ni un solo canguro vivo!.


Regresamos a Melbourne y toca despedida. Gorka se va hacia Sydney para volver a pelearse con la comida china del avión y con las nevadas que sacuden China y media Europa. Y nosotros nos vamos a Nueva Zelanda. Le invitamos a que se quede con nosotros, pero no puede ser.


Próximo destino: Nueva Zelanda.