La Paz-BOLIVIA


Las dos Bolivias


Cambiamos de nuevo de país y atravesamos la frontera hacia Bolivia, nuestro próximo destino. Se trata básicamente de una frontera política ya que las escenas se repiten: las caras de la gente, las indumentarias, el idioma, etc. A pesar de estar divididos por una frontera, Perú y Bolivia tienen muchas cosas en común: comparten historia, cultura, tradiciones, e idioma.

Llegamos a La Paz, la capital más alta del mundo (3650 metros de altitud). Se trata de una gran ciudad, caótica, llena de coches de sexta mano y gente, mucha gente en la calle. Miles de viviendas van ocupando la ladera de la montaña, como si literalmente estuviesen colgadas.

Llegar a La Paz es como aterrizar en un enjambre de puestos de venta de todo tipo que no sólo ocupan las aceras, incluso también el asfalto de la carretera. Es como un gran centro comercial, pero al aire libre. Puedes encontrar puestos de venta de libros, frutas y verduras, productos de limpieza, fetos de llamas, kits de ofrendas a la pachamama, complementos electrónicos, comida, y un largo etcétera. Hasta es posible que te preparen una pizza debajo de un semáforo. Esto es La Paz.

Llegamos el 1 de agosto, día de la ofrenda a la Pachamama y nos encontramos con una curiosa tradición: encienden hogueras en las entradas de las tiendas para que el humo las purifique, un humo que se adueña de todo el establecimiento para la curiosidad de los nunca hemos participado en tan curioso ritual.

En La Paz conviven las dos Bolivias: la que domina económicamente con sus rascacielos (aunque no tienen nada que ver con los de una capital europea) y la que subsiste como puede. Sin duda y tras conocer las dos, nos quedamos con la segunda. A pesar de sus limitaciones y su cruda realidad es más rica y está más llena de vida. Y obviamente también nos hemos encontrado las dos Bolivias enfrentadas políticamente: la defensora a ultranza de Evo Morales, a quien consideran un dios y la detractora del presidente y su política.

La realidad y las contradicciones de esta ciudad nos atrapan desde un primer momento. A pesar de la fama de insegura y caótica que tiene, a nosotros nos atrae y decidimos dedicarle varios días. Callejeamos, visitamos los edificios más emblemáticos y miramos con curiosidad los puestos de venta. Uno de los días de nuestra estancia en La Paz lo compartimos con las chicas de Valladolid y Palencia que conocimos en el lago Titicaca y con las que volvemos a encontrarnos.

Ibon en bici: uno de los días me fui a hacer un descenso en montain bike por la llamada “Carretera de la Muerte”. Es una las actividades que tenía marcada en rojo en este viaje. Consiste en un descenso de 60km que comienza a una altura de 4700m y acaba a 1200m. Es una carretera estrecha de grava con un barranco a uno de los lados por el que hasta hace 3 años circulaban los vehículos pero que ahora como han hecho una nueva carretera, ya no hay el trafico de antes. El descenso no tiene mayor dificultad ya que no es muy pronunciado y casi no hay tráfico (en todo el descenso solo nos cruzamos con dos coches). A poco que andes en bici, el descenso no entraña peligro. El problema es que este descenso es muy popular y lo hace mucha gente y por lo tanto hay algunos que no han cogido una bici desde la comunión y se creen Marco Pantani. Fue lo que le ocurrió a un rumano que justo delante de mí se dejó media cara, además el guía nos dijo que hacía unos meses una chica se cayó por el barranco y …..caputo. Pero la verdad es que el descenso está muy bien ya que las vistas son espectaculares y hacer algo fuera de lo habitual te hace desconectar un poco. Te dejan unas bicicletas que no están nada mal (con frenos de disco), además de guantes, casco y una especie de chándal. El desplazamiento es en furgoneta. Te dan desayuno y comida y al final te regalan una camiseta. Todo por 20 euros. La verdad es que merece la pena.

Lorea aprovecha el día para pasear por La Paz y llevar la ropa a limpiar a una lavandería que falta nos hacía. Tenía ganas de ir al cine a ver una peli, pero la cartelera motiva bien poco y no hay mucha elección, por lo que decide posponer la sesión de palomitas hasta una mejor propuesta.Otro de los días decidimos hacer una visita a las ruinas de Tiahuanaco, un enclave situado a unas dos horas de La Paz en autobús público que se convierten en cuatro. Cosas de Bolivia. Antes de que los conquistadores llegaran o incluso antes de que los incas edificaran su imperio, la misteriosa ciudad de Tiahuanaco yacía ya en ruinas. Sus moradores desaparecieron, pero los restos que dejaron daban fe de una poderosa y antiquísima civilización. La verdad es que hoy en día poco o nada queda de aquel pasado y lo que queda de Tiahuanaco, no hace justicia a lo que debió ser. Los saqueos y la poca protección e interés que han dedicado al enclave han provocado que a nuestro parecer, no merezca la pena una visita. Y menos pagar la desorbitada entrada (8 euros), ya que apenas queda nada de lo que fue y ni siquiera te haces una idea. Una verdadera pena.

Próximo destino: Potosí y Sucre
2 Responses
  1. Lander Says:

    Bolivia es atractiva, y ver de primera mano como vive la sociedad los cambios políticos y sociales que está intentando poner en marcha Evo Morales (con sus aciertos y desaciertos) es realmente interesante. ¿Cómo lo veis vosotros?
    Por cierto, la aventura de Ibon super chula, yo también me animaría aun a riesgo de dejarme la cara en el camino como el rumano y la vida en el barranco como la otra... Uno que es la reencarnación de Fausto Coppi en torpe, jejejejeje


  2. gorka Says:

    Yo me pido el FETO DE LLAMA!!!!. Para llevarlo todos los dias en la mochila...

    Pues Ibon, imaginate a Laura bajando por el barranco...la que no ha tocado la bici desde la comunion y queria hacer el camino de Santiago....

    Pues ir al cine tiene que ser una experiencia, asi como ir al cine en Taipei....se entenderia algo?...porque creo que tu curso de Quechua solo se extiende a lo que has comprado en el Decathlon...jejeje.


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