Hiroshima y Narita

La ciudad de la paz

Hiroshima. 6 de agosto de 1945. 8.15 de la mañana. El Enola Gay lanza por primera vez en la historia de la humanidad una bomba atómica como arma sobre la ciudad japonesa. Terror y destrucción. 140.000 personas murieron al finalizar el año y otras muchas sufrieron las consecuencias de aquella acción terrorífica comandada por los estadounidenses.


Un excelente Museo Conmemorativo de la Paz recrea lo que ocurrió el 6 de agosto y sus consecuencias. Imágenes, fotografías y objetos entre otros, muestran la barbarie que tres días después se trasladó a Nagasaki.


Nos impacta una maqueta que se exhibe en el museo en la que se puede apreciar cómo era Hiroshima antes de la bomba atómica y cómo quedó arrasada tras la detonación. Se exhiben también objetos que quedaron deformados por la radiación de la bomba, así como unos escalones de piedra que estaban situados a 260 metros del hipocentro y que se quedaron blancos por la radiación del calor, excepto el lugar donde se encontraba una persona sentada que quedó más oscuro, como si fuera una sombra.


En las inmediaciones y a 150 metros del hipocentro de donde explotó la bomba se encuentra el famoso edificio de la Cúpula de Gembaku, que se ha convertido en el icono de la destrucción. El edificio que se construyó para albergar la Exposición Comercial de la Prefectura de Hiroshima , fue la estructura más próxima que resistió la impacto, por lo que se ha preservado tal y como quedó después de la detonación, como un símbolo para la eliminación de las bombas nucleares.


Desde entonces Japón emprendió su camino hacia la paz con la firme esperanza de la abolición de las armas nucleares. En 1968 adoptó tres principios contra las armas nucleares: no producir, no poseer y no permitir su entrada al país. No obstante países como Israel, Pakistán, India, China, Korea del Norte, Rusia, Francia, Inglaterra y Estados Unidos cuentan con armas nucleares.



Desde Hiroshima aprovechamos para acercarnos a Miyahima, una isla sagrada a la que se puede acceder tras unos minutos de ferry, trayecto que nos cubre el pase Japan Rail. La isla está dedicada a los dioses y es conocida como la “isla del templo sagrado”.


El templo más famoso de la isla es el sintoísta Itsukushima, que es patrimonio de la humanidad. Está considerado como uno de los lugares más bellos de Japón. Se construyó hace más de 1.500 años y lo más famoso del templo es una enorme puerta Torii a la que se puede llegar caminando cuando hay marea baja, y cuyo reflejo se puede ver en las aguas del mar cuando hay marea alta. La foto de la puerta Torii es una de las estampas más conocidas de Japón.



Y seguimos amortizando el pase de tren. A media hora de Kyoto se encuentra la ciudad de Nara, cuyo conjunto monumental está declarado Patrimonio de la Humanidad. La ciudad está salpicada de templos budistas, sintoístas y palacios imperiales con jardines increíblemente bien cuidados, donde se pasean tranquilamente los ciervos sika, considerados mensajeros de los dioses. Además se les puede dar de comer las galletitas que se venden en los puestos.



Y de noche nos acercamos hasta Osaka y empezamos a flipar con los japoneses. La ciudad se enciende de noche, revive con las espectaculares luces de los comercios y las grandes pantallas de televisión que se instalan en las calles por donde se pasean los jóvenes, a cada cual más fashion y con los atuendos más extravagantes que hayamos visto nunca. Parecemos dos marcianos de pueblo. “Mira ese; mira, mira esa”, son las frases que no dejamos de repetir con la boca abierta. Hasta los perros van vestidos con pantalón vaquero y el pelo teñido. Esto es sin duda otro mundo. Nos encanta Japón.


Próximo destino: Alpes japoneses.
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