Torres del Paine (Chile)


El precio del paraíso


Mi Argentina querida, ¡cuánto te vamos a echar en falta!. Dejamos este país con la sensación de que nos hemos reído mucho con los argentinos. Son buenos conversadores a los que les gusta hablar de todo, de la situación de su país, de política, de fútbol, de la vida. En definitiva, como decía Mafalda, los argentinos practican su deporte favorito: protestar. Y es que se pasan el día quejándose por todo pero sin perder el sentido del humor. Se ríen de todo, hasta de nuestra crisis, diciéndonos: “¿crisis?, vosotros no sabéis lo que es una crisis con una inflación del 1.000%”. Y cuanta razón tienen. “El Corralito” de 2001 acabó con muchas de las ilusiones de los argentinos que miran el futuro con cierta suspicacia. “Nos volverá a pasar”, vaticinaban muchos, incapaces de confiar en los políticos que gobiernan su país.


Dejamos a los simpáticos argentinos y a sus deliciosas parrilladas y llegamos a Chile para visitar el famoso Parque Nacional de las Torres del Paine. Y aquí empieza nuestro enfado. Torres del Paine es sinónimo de pagar, pagar y pagar por todo. Nos enfadamos y nos mosqueamos porque no puede ser que haya que pagar hasta para disfrutar de la naturaleza. La entrada al parque cuesta la friolera de 15.000 pesos chilenos, ¡¡¡¡unos 20 euros!!!. Por supuesto es el precio para extranjeros, porque los chilenos no pagan más que 4.000 pesos. ¿Injusto?, consideramos que sí.



A pesar de todo el Parque Nacional es una verdadera maravilla, pero a veces por estar en el paraíso también se paga un alto precio y nunca mejor dicho. Pretendemos quedarnos varios días para concluir la famosa caminata conocida como “W”, pero al final nos decantamos por una “U”, acortando la estancia. Y es que los precios de los refugios nos quitan las ganas de quedarnos más días. Dormir en una cama, sin sábanas, ni mantas, ni calefacción y tan sólo con tu saco de dormir, cuesta 32 dólares por persona y eso en el más barato, porque había otros de 45 dólares por persona. A sacar cuentas. Y si quieres desayunar o cenar, a sacar la billetera. Increíble. También tienes la posibilidad de dormir en una tienda de campaña, pero por supuesto cuesta dinero y encima hace un frío que mata. En definitiva, que las Torres del Paine, nos tocan los …. ¡Ah!, y desplazarte por el parque, dado que las distancia son muy amplias, también supone un desembolso. El catamarán que atraviesa un lago cuesta la friolera de 15 euros por persona. Y todo así. Dentro del parque hay unos hotelazos de alucinar. Mejor no preguntar las tarifas. Disfrutar de la naturaleza es una maravilla, pero no a estos precios.


Muchos chilenos nos dijeron que no conocían las Torres del Paine porque no podían permitirse pagarlas tarifas. Lógico. Un ejemplo de la desproporción de este parque: desplazarse en autobús de Puerto Natales a las Torres del Paine que está a 1 hora de distancia cuesta 20 euros, mientras que del mismo sitio a Punta Arenas que está a casi 4 horas, el billete costaba 12,5 euros. No se puede abusar de esta forma ya que van a conseguir el efecto contrario, espantar a la gente. Y teniendo en cuenta que El Chaltén (Argentina) es también una maravilla de la naturaleza, pero disfrutarla es gratuito.


Así y todo y después del rapapolvo, reconocemos que las Torres del Paine son espectaculares. Grandes moles de granito nevadas se yerguen majestuosas ante el imponente Glaciar Grey. Durante tres días disfrutamos de la naturaleza que nos brinda la oportunidad de ver las torres totalmente despejadas, pero nos vamos con un sabor agridulce: una maravilla natural, inaccesible a todos los bolsillos. Una pena.



Próximo destino: Barquito por los fiordos chilenos.

El Calafate - El Chaltén


El polaco que bebía kalimotxo

Se huele, se escucha, se siente, se admira, te atrae. Te vas acercando y la brisa te acaricia la cara anunciando que algo extraordinario está por ocurrir. Admiras los tonos del hielo que van cambiando de color. Escuchas cómo se va quebrando el hielo. Sientes que una gran masa helada te espera. Es el glaciar Perito Moreno que se muestra en su máximo esplendor. Pasamos horas y horas embelesados admirando el gran espectáculo de hielo que tenemos frente a nosotros, esperando que un gran trozo se desprenda, provocando un ruido atronador. Sin duda alguna el glaciar Perito Moreno está vivo y te atrae. Sin duda es una de las grandes maravillas de la naturaleza. Es uno de los dos únicos glaciares del mundo que no está retrocediendo por el cambio climático. Esta circunstancia se debe a que el glaciar más famoso de Argentina cuenta con un microclima. Nos vamos al glaciar con Jorge, un gaditano muy simpático con el que coincidimos en el autobús y con el que compartiremos los próximos días. Con Jorge viaja también, Tino, un alemán asentado en Holanda.


Desde El Calafate los cuatro nos vamos a El Chaltén para hacer un poco de trekking por el espectacular Parque Natural de los Glaciares que alberga los famosos picos Fitz Roy y Cerro Torre. El Chaltén es un pueblito de unos 400 habitantes que nació hace unas décadas debido a los montañeros que se acercaban a esta zona atraídos por la espectacular naturaleza. Nada más llegar la atención es impecable. Los responsables del parque nos reciben y nos entregan un mapa con todas las alternativas de trekking que tenemos. Y todo gratuito. Algo casi impensable por esta zona tan turística.

 
En El Chaltén es muy importante el clima. Admirar estas montañas con un sol radiante es imprescindible ya que si está nublado no se pueden apreciar en su total esplendor. Y aunque no todos los días, el tiempo nos acompaña para admirar estas moles de granito nevadas, rodeadas de glaciares y lagos que le aportan una grandiosidad al paisaje.


En el hostel donde nos hospedamos coincidimos con Arek Mytko más conocido como Antonio, un polaco loco cuya aventura nos deja sin palabras. Antonio es el protagonista de una expedición que lleva a cabo en solitario y sin ayuda externa, bautizada con el nombre de Triatlón Patagónico. Las dos primeras fases las había concluido con éxito pero haciendo frente a grandes dificultades. La primera gesta del polaco consistía en realizar 2.000 kilómetros en bicicleta por la ruta 40 hasta El Chaltén. La segunda parte de la aventura del polaco loco pasaba por atravesar en solitario 400 kilómetros por el hielo continental. Debido a una fuerte tormenta con vientos de hasta 100 kilómetros por hora, perdió su equipo, el dinero y casi la vida. Se encontraba cogiendo fuerzas para afrontar la tercera y última parte de su aventura patagónica consistente en cruzar en kayak el estrecho Magallanes y el Canal de Beagle hasta Ushuaia, una distancia de 800 kilómetros en la que iba a invertir un mes acompañado únicamente de su embarcación. Todo un personaje con el que nos reímos mucho.



La última noche que pasamos en el hostel y como despedida de Antonio, celebramos una fiesta vasco-polaca, consistente básicamente en beber chupitos de vodka y litros de kalimotxo. El ambiente fue inmejorable y nos juntamos un buen grupo. Al día siguiente, antes de abandonar El Chaltén, nos despedimos del polaco loco y le deseamos toda la suerte del mundo que sin duda la iba a necesitar. El polaco cuenta su aventura en su página web www.triatlonpatagonico.com.

Nos vamos encantados con El Chaltén ya que ha sido uno de los lugares más espectaculares para realizar trekkings que hemos visitado y sobre todo por la “buena onda” del hostel. Todos los recorridos muy bien señalizados y gratuitos. Recomendable cien por cien.


Próximo destino: Torres del Paine (Chile)

Puerto Madryn




La encantadora de ballenas


Érase una vez una princesa que se comunicaba con las ballenas. Utilizaba una especie de silbido para encantarlas y conseguía que bailasen en el mar.



Nos dirigimos a Puerto Madryn, la puerta de entrada a la Península Valdés, un lugar idóneo para avistar ballenas, pingüinos, toninas y leones marinos. Llegamos a Puerto Pirámides y Prefectura Marítima ha cerrado el puerto y hasta que las condiciones del mar no sean las idóneas, los barcos para avistar ballenas no zarpan.

 
Esto ocurre a diario y hay días en los que no se levanta el veto de salir al mar. Por lo tanto, tan sólo queda esperar. Y tenemos suerte porque a media tarde embarcamos en un pequeño barquito. Pero la mar está bastante picada y nos da la bienvenida con una buena ducha de agua salada. A pesar de los chubasqueros, no nos libramos de una buena calada. Mientras el barco da fuertes golpes contra el mar, Lorea le mira a Ibon y le dice que no le gusta nada. Pero como confía en el capitán, decide que es mejor que no cunda el pánico.
El mar se calma y llega el momento para ver las ballenas. Y no se hacen esperar. La primera aparece con su ballenato. ¡Increíble ver una mole de estas características paseándose pegada al barco!. Aunque parezca que somos nosotros los que vamos a verlas, realmente las que nos observan son ellas. Y avistamos otra que pasa por debajo del barco como si jugase con nosotros. ¡Son espectaculares!. Es muy emocionante ver a estos animales tan cerca que casi los puedes tocar con las manos. Lorea utiliza una especie de silbido para atraer a los cetáceos al barco y da resultado. Entonces la gente que nos acompaña en el barco le emplaza a seguir silbando. El encantamiento da sus frutos. A pesar de la ducha de agua salada nos vamos con un buen sabor de boca porque hemos conseguido comunicarnos con las ballenas.
 

Al día siguiente seguimos con nuestro plan de avistar más fauna local. En Punta Tombo cogemos otro barco, esta vez con la mar en calma, y vemos las toninas, una especie de delfín pequeño, muy juguetón que da grandes saltos junto a la embarcación. Son unos animales muy originales que nunca habíamos visto. En el puerto vemos también leones marinos nadando tranquilamente. Y después nos tocan los pingüinos que se encuentran en una inmensa pingüinera donde hay más de medio millón. Unos están incubando los huevos en sus madrigueras, otros pegándose un chapuzón en la playa, otros haciendo el amor, unos dormidos o jugando y otros cruzándose a tu paso. Están incubando sus huevos en las madrigueras hasta que llegue el invierno, momento en el que emigran hasta la costa de Brasil. Nuestro “safari marítimo” ha sido todo un éxito.





Próximo destino: El Calafate.

Bariloche


Bariloche nazi


¿Y si Hitler no se suicidó en su bunker de Berlín tal y como cuentan los libros de historia?, ¿y si el Führer llegó a la Patagonia tras huir de Alemania y arribar a la costa argentina en submarino?, ¿y si el lugar elegido fuese Bariloche, un tranquilo y pintoresco pueblito patagónico?. Entre chocolaterías y un paisaje de estación de esquí, Bariloche esconde un secreto. El periodista y escritor argentino Abel Basti afirma en su libro “Bariloche nazi-guía turística” que Hitler y su amante Eva Braun, tras huir de Berlín en 1945, se instalaron en una finca a orillas del lago Nahuel Huapi a la que sólo se podía llegar por lancha o en hidroavión.

Esta es su teoría que explica en el libro, pero lo cierto es que existen fehacientes pruebas de que dirigentes nazis huyeron en submarinos hasta Argentina. Prueba de ello es la historia del ex capitán de las temidas SS Frich Priebke, extraditado de Argentina a Italia en la década pasada, por su responsabilidad en el fusilamiento de unas 300 personas. Priebke vivió en Bariloche donde presidió la Asociación Cultural Germano-Argentina. El periodista recoge en su libro fotografías que aportan pruebas del paso de criminales de guerra nazis como Borman y Mengele por Bariloche.


Llegamos a este turístico municipio y está jarreando, algo normal por esta zona donde el tiempo es impredecible. Es curioso pero las predicciones meteorológicas no sirven para nada en la Patagonia. Nadie se atreve a dar un pronóstico del tiempo, ni siquiera para el mismo día y en 24 horas pueden sucederse las cuatro estaciones. Por lo tanto en la Patagonia la previsión del tiempo siempre es: variable.

Y como buenos vascos, hacemos amigos. En el hostel conocemos a dos norteamericanos con los que aprovechamos para hacer unas caminatas alrededor del lago Nahuel Huapi, un paisaje salpicado de montañas y lagos al más estilo suizo. También mantenemos algunas charlas con ellos sobre el mundo y nos explican que en su país constantemente les venden lo inseguro que es Sudamérica y sobre todo Bolivia y Perú. Entonces te das cuenta las cosas que hacen los yanquis en aras de su seguridad nacional.

Y como buenos vascos, aprovechamos la estancia en Bariloche para salir de juerga con un norteamericano, un suizo Benja, un argentino Facundo. Y nos vamos a un boliche. Nos damos cuenta que los seis que compartimos habitación en el hostel ¡estamos de juerga!, ¡no queda nadie en la habitación!. En la discoteca nos llaman la atención los dos seguratas con chalecos antibalas al más estilo “Hombres de Harrelson”.


Al día siguiente ponemos rumbo a El Bolsón, un pueblito mucho más tranquilo que ofrece la posibilidad de hacer caminatas muy agradables. Nos alojamos además en un hostel precioso situado junto al río donde dormimos como bebés. Conocemos a una pareja de catalanes, Marc y Ester, con quienes recorremos el “Cajón azul”, una agradable caminata que discurre por la vereda de un río de un color azul intenso. Al día siguiente nuestras compañeras de caminata son dos chicas argentinas muy simpáticas, Vichi y Silvia. Con ellas compartimos los próximos días en El Bolsón. Vichi nos deleita con una cena típica alemana, receta aprendida de sus abuelos de origen alemán, y Silvia que es profesora de tango nos explica la historia y el significado del baile típico argentino y nos enseña incluso unos pasos. Pensábamos que el tango es una expresión folklórica dirigida al turismo, pero Silvia nos explica que los jóvenes argentinos acuden los fines de semana a boliches a bailar tango. ¡Ah!, en Argentina los libros son muy baratos. Que alguien tome nota.


Próximo destino: Puerto Madryn.

Buenos Aires

Los jueves a las 15.30


Como decía Sabina: “Y Buenos Aires es un bicho que camina, ensortijado entre los sueños y la confusión”. Aterrizamos en la capital argentina, una ciudad que en un tiempo soñó con ser la París de Sudamérica y sin duda algo de ese sueño se puede apreciar en el ambiente. Es una gran ciudad con aires europeos.




Nos alojamos en el barrio de San Telmo, el más bohemio y agradable de la ciudad, donde parece que el tiempo se detuvo hace décadas. Tiendas de antigüedades, cafés con encanto y olor añejo, junto a los espectáculos de tango en la plaza, aportan un aire de nostalgia por tiempos pasados.


Decidimos quedarnos una semana en la capital, una capital que parece estar diseñada para Lorea. Su avenida principal es la del 9 de julio (su cumpleaños) y hay una plaza llamada Lorea, en alusión al apellido de un personaje de la ciudad llamado Isidro.


Por lo tanto nos empapamos a fondo del ambiente porteño. La Boca (foto) es el barrio más “castizo”, donde se realizó la primera fundación de Buenos Aires en 1536. En épocas de la Colonia española La Boca era una zona de barracones para los esclavos negros. En el período independiente funcionaron allí saladeros (cobertizos en que se salaba la carne vacuna para la exportación) y curtiembres de cuero. De esa época se mantienen las casitas de colores vistosos. Aunque ahora el barrio es el centro para los pintores que muestran sus obras en la calle. Y está lleno de restaurantes que intentan atraer a los turistas con sus exhibiciones de tango.


Y en la Boca se encuentra el estadio del Boca Junior, más conocido como “La Bombonera”, porque el fútbol es una de las grandes pasiones en Argentina. Las calles se quedan desiertas y los boliches (bares) se llenan para ver la clasificación de Argentina para el mundial. La gente vibra con el fútbol. Es una religión.

Cada jueves a las 15.30 horas la Playa de Mayo se llena de pañuelos blancos. Son las Madres de la Plaza de Mayo que desde 1977 se reúnen para seguir reivindicando justicia y verdad. Son madres reunidas en una misma tragedia: la desaparición forzada de sus hijos e hijas a manos del aparato del Estado argentino en la época de la represión militar durante la última dictadura en Argentina (1976 – 1983). Se reúnen las fundadoras y la rama escindida hace dos décadas. A pesar de dichas diferencias ambas organizaciones siguen concurriendo a actos en conjunto y tiene el mismo objetivo: Verdad (conocer el paradero de sus hijos e hijas detenidas-desaparecidas) y Justicia (el castigo de la autoría de los actos de represión). Y lo que nos llama la atención es que a pesar de que su presencia es habitual cada jueves, siguen atrayendo la atención de los medios de comunicación.
Mantienen la costumbre de reunirse en la Plaza, porque es la plaza la que les hizo sentirse iguales. Entre sus conversaciones se podía escuchar: "¿qué te pasó?", "¿cómo fue?". La plaza les agrupó. Eran una igual a la otra, a todas les habían llevado los hijos e hijas, a todas les pasaba lo mismo y habían ido a los mismos lugares. “Ustedes saben que en esa época éramos despreciadas, nuestras familias pasaron a ser las familias de los "terroristas", se nos cerraban las puertas, así que era poca la gente con la que una podía conversar. Pero con las madres éramos todas iguales, nos pasaba lo mismo, veíamos la misma gente”, nos aseguran. Y así fue creciendo la Plaza.



Compartimos un trozo de plaza con las madres y con más gente que se une y nos comentan que estaban satisfechas con la decisión del Senado de aprobar la ley antimonopolio de medios de comunicación. Una ley que impide la existencia de empresas fuertes que controlen la información. Sin duda algo positivo.



Y mientras recorremos las calles y visitamos el interesante cementerio donde está enterrada Eva Duarte (Evita), nos encontramos con un “pasea perros” (foto), que pueden llevar hasta16 canes a la vez. Y lo bueno es que no se enganchan entre ellos a pesar de la obvia diferencia de tamaños y razas. El chico encargado de pasearlos se queda un poco alucinado porque le sacamos fotos. Y aprovechamos para hablar un rato con él. Nos dice que los perros se portan muy bien y que es un trabajo habitual en Buenos Aires.


Dejamos Buenos Aires para seguir nuestra ruta argentina por Rosario, Córdoba y Mendoza, unas ciudades agradables pero sin muchos alicientes. Una anécdota: cuando llegamos a Mendoza nos preguntan si hemos sentido el pequeño terremoto en Córdoba. Nos quedamos alucinados, no nos hemos enterado de nada.


Próximo destino Bariloche.

Salvador de Bahía II

Martes en Pelourinho

Salvador de Bahía es una ciudad muy turística que acoge uno de los Carnavales más famoso del país después del de Río de Janeiro y donde la influencia africana se palpa en todos sus rincones. El casco histórico de Salvador de Bahía, conocido como Pelourinho, luce una preservada arquitectura con casonas e iglesias coloniales y empinadas calles empedradas. Pero el centro turístico es también el recuerdo de una época más cruel. Pelourinho significa “poste de azotes”, y era el lugar donde se castigaba y se vendía a los esclavos. El azote a los esclavos estuvo permitido en Brasil hasta 1835. Tras una época en la que el casco histórico quedó abandonado, la UNESCO lo rehabilitó hace unos años, declarándolo Patrimonio de la Humanidad. Realmente el centro se muestra muy cuidado y con encanto pero tan sólo son tres calles. Fuera del centro la cuidad es gris, fea y triste.


El mejor día para visitar Salvador es el martes ya que por la noche las escuelas de batuca salen a la calle a ensayar y el ambiente es impresionante. Además, el cantante Gerónimo ofrece un concierto en directo cada martes. Entonces las calles se llenan de ruido, música y gente bailando. ¡No queremos ni imaginarnos en lo que se convierte esta ciudad en Carnaval!.


Nos alojamos en un hostel donde nos atiende Gustavo, un argentino que decidió buscarse la vida en Brasil. Su amabilidad, las charlas que tenemos y sobre todo los impresionantes desayunos que nos prepara cada mañana, hacen que la estancia sea más agradable. Visitamos todos los rincones de esta ciudad e incluso pasamos en barco a una tranquila isla cercana.


Decidimos dejar Salvador por unos días para adentrarnos en el interior, en la Chapada Diamantina, con la intención de buscar un poco de contacto con la naturaleza. Exploradores que llegaron de todas partes de Brasil invadieron a principios del siglo XVIII la Chapada en busca de oro y diamantes. Ahora la zona se vuelca en el ecoturismo. Llegamos a Lençois con la idea de hacer algunos trekkings. Tras preguntar sobre las rutas, nos llevamos un chasco ya que todo lo que ofrecen en el agradable municipio está organizado en tours y no nos apetece pagar por caminar y menos por rutas muy fáciles. Aunque nos dicen que nos vamos a perder y que es necesario llevar un guía, intentamos hacer las excursiones por nuestra cuenta. Lo cierto es que parece que lo hacen a propósito ya que los caminos se bifurcan constantemente y no están señalizados. Tal vez somos un poco mal pensados, pero el negocio sigue su lógica. Así y todo y más que nada por nuestra cabezonería, conseguimos llegar a las cascadas de la zona.


Tras cuatro días regresamos a Salvador y desde allí nos vamos a descansar a Imbassaí, un pequeño municipio con una playita virgen y solitaria, lejos de los grandes complejos hoteleros. Precisamente no hace mucho ha abierto sus puertas a unos kilómetros de esta zona un mega hotel de la cadena española Iberostar que ha provocado que las tortugas que llegaban a desovar a esta playa se espanten por sus luces y hayan decidido no parar aquí. En Imbassaí nos alojamos en un hostel precioso regentado por Roberto, otro argentino busca vidas, donde nos quedamos a descansar y apuramos los últimos días en Brasil antes de coger un vuelo hacia Argentina. 

Próximo destino: Buenos Aires (Argentina).






Salvador de Bahía

Los sueños de Rodrigo

Rodrigo es un niño de 12 años. Camina descalzo, viste ropas raídas y sucias y necesita un buen baño. Sus rizos castaños claros y su tez morena delatan una mezcla de genes tan usual en Salvador de Bahía. Es uno de los tantos niños que viven en la calle de esta turística ciudad. Se pasea por Pelourinho, el centro histórico, abordando a los turistas para pedirles. Es su medio de subsistencia. Perseguir al turista le ha aguzado el oído y se defiende en cualquier idioma. Se nos acerca y nos dice que no quiere dinero, sino que le demos comida. Le preguntamos si no va a la escuela y nos dice que irá por la tarde. Por la tarde volvemos verle y nos dice que por la mañana. Al día siguiente le vemos de nuevo deambulando detrás de la gente y nos ve. Se acerca y rápidamente nos aclara que acaba de salir de la escuela. La cruda realidad se mezcla con la ficción inventada por un niño acostumbrado a tejer su propia historia. Con un gesto que nos parece un tanto teatral, pone cara de pena y nos dice que necesita comida. Nos cuenta que vive con su familia y que no tienen nada.


En Salvador los niños de la calle salen por la noche y duermen por el día. Dicen que para que no les maten los “Escuadrones de la Muerte”. Nos comentan que siguen en activo, todavía existen. Le compramos una caja de galletas. Al día siguiente nos vuelve a buscar y se acerca. Es educado y en ningún momento se muestra agresivo a pesar de que la calle le ha hecho madurar a pasos agigantados. Pero en el fondo no deja de ser un niño de 12 años al que nadie le ha dado una oportunidad para serlo. Le preguntamos qué le gustaría ser de mayor y con una sonrisa nos dice: profesor. Sueños de un niño sin futuro. Nos persigue y le decimos que nosotros no podemos hacer nada. Rodrigo se aleja y nos sentimos despreciables. Mientras se va, nos preguntamos: ¿cuándo jugará Rodrigo?. Sin duda, no tiene otra elección: nunca.


Y mientras desperdicia su futuro por las calles de Salvador, Río de Janeiro será la capital del deporte en 2016, acogiendo los Juegos Olímpicos. ¿Una buena noticia para este país que todavía permite a sus niños mendigar por las calles?, ¿o simplemente otro método para que unos pocos se llenen los bolsillos?. ¿Realmente se puede permitir a un país que da la espalda a los que son su futuro que acoja un acontecimiento de esas características?. ¿Qué pensarán los niños como Rodrigo sobre ostentosas ceremonias inaugurales y medallas?. Nos vamos de Salvador de Bahía. Buscamos con la mirada a Rodrigo, pero hoy no aparece. Nos vamos pero él se queda.

Costa de Brasil


Al ritmo de la costa brasileira

La costa brasileira nos recibe con su lado más étnico, un exponente del cruce de culturas donde la influencia africana es mayor cuanto más al norte nos desplazamos. El ritmo es tranquilo, sin prisa y pausado, un ritmo del que nos contagiamos enseguida. Y disfrutamos con uno de los espectáculos que nos deja con la boca abierta: la capoeira, una expresión corporal afro-brasileña que sin duda merece la pena disfrutarla en directo y en la calle.


Aprovechamos para recorrer una parte de la costa y la idea es llegar hasta Salvador de Bahía, ya que las distancias en este país son realmente enormes. Desde Río de Janeiro nos vamos a Búzios, un apacible pueblito de pescadores que dejó de serlo en los años 60 cuando llegó la actriz francesa Brigitte Bardot. Desde entonces se ha convertido en un lugar muy chic y turístico pero que nos resulta muy agradable y tranquilo. Miramos algunas casitas para quedarnos aquí para siempre, pero de momento que nadie se preocupe que tenemos intención de llegar a Durango.


Tras unos días en Búzios, nuestros siguientes destinos son Puerto Seguro, Arraial d`Ajuda, Trancoso e Itacaré. En este último pueblito se encuentra la que está considerada una de las mejores playas de Brasil. Y realmente es preciosa. En definitiva, disfrutamos de las paradisíacas playas y cargamos las pilas con el calorcito brasileño para dejar atrás el frío boliviano.


Lo mejor de esta aventura es que viajamos sin prisa, sin plazos. Y cuando la gente nos pregunta, “¿hasta cuándo os quedáis por aquí?”, les respondemos: “hasta cuando queramos”. Y es que planeamos el recorrido sobre la marcha, sin reservar alojamiento y recabando información de otros viajeros que nos encontramos en los hostels. Nos llama la atención que hay muy poca gente viajando por la costa brasileña. En muchos hostels estamos ¡solos!, algo increíble. Pero todo un lujo para nosotros.


Próximo destino: Salvador de Bahía.

En prensa

Salimos en prensa

¡Y somos los protagonistas!. DEIA ha publicado nuestra aventurilla a lo grande, en contraportada, donde siempre se insertan los temas curiosos y de interés mundial, como es el caso. Está claro, una vez de “desnudarse”, hacerlo a lo grande. Y el artífice de que por una vez una periodista sea el centro de la noticia, un viejo conocido, Iban Gorriti, compañero de fatigas. Hoy en día no es muy habitual leer reportajes currados, más que nada por las limitaciones que nos encontramos los periodistas, pero éste realmente se ha cocinado a fuego lento, con esmero y sobre todo con cariño. Y eso se agradece mucho. Nos hemos sentido protagonistas de esta historia que al fin y al cabo es nuestro sueño. Un sueño que estamos viviendo con los ojos muy abiertos. Gracias compañero por hacernos un poco más felices de lo que ya somos.

http://www.deia.com/2009/10/19/ocio-y-cultura/que-mundo/como-darle-la-vuelta-al-mundo

Río de Janeiro






Con una sonrisa de ventaja


Río de Janeiro es sinónimo de buen rollo, cachondeo y marcha en el cuerpo. Sus habitantes, los cariocas, son una especie en extinción en este mundo tan serio y al que le falta una buena dosis de humor: siempre sonríen, parece que se conocen todos a pesar de que son varios millones, no tienen complejos, rinden culto a su cuerpo y sin duda llevan el ritmo bajo su piel.



Desde que llegamos a esta gran urbe, Río nos recibe con una sonrisa y donde pensábamos pasar cinco días, nos quedamos doce. Nos alojamos en un hostel que nos recomienda Arnaitz, el hermano de Ibon, que está cerca de una de las favelas de la ciudad. Favelas, por cierto, con vistas de cinco estrellas. Aunque en una primera impresión casi desheredamos a Arnaitz por meternos en un barrio así, finalmente resulta ser un lugar increíble con unas vistas espectaculares al mar.


Río de Janeiro respira buen humor que contagia a quien le visita. Y es una ciudad que baila. Los cariocas son sin duda los mejores en mover el trasero. ¿Y la playa?, un lugar de culto, donde se relacionan como si fuese Goien para nosotros. Y nadie esconde su cuerpo, todo lo contrario, lo exhiben sin complejos. Están acostumbrados a mostrar su piel y esto provoca que sean más desinhibidos. Río nos encanta. En 2016 acogerá probablemente los Juegos Olímpicos más divertidos de la historia, una cita que arrebata a Madrid por una sonrisa de ventaja.


En Río no hay tiempo para aburrirse y visitamos todo los visitable: subimos al Pan de Azúcar en el caro teleférico y ascendemos al Corcovado para disfrutar de las mejores vistas de la ciudad bajo la atenta mirada del Cristo Redentor. Está considerado una de las siete maravillas del mundo, pero aunque el Cristo es de unas dimensiones descomunales, lo que realmente impresiona son las espectaculares vistas. Nos subimos a un viejo tranvía para pasear por la zona bohemia, Santa Teresa. Aprovechamos también para tumbarnos en sus famosas playas con la intención de mezclarnos con los cariocas, aunque misión imposible, más que nada porque se nota de dónde venimos por las dimensiones de nuestro bañador y biquini, sin los comparamos con los que llevan ellos. Y cómo no, nos vamos a ver un partido de fútbol a Maracaná, el estadio más grande del mundo. El fútbol es otra religión para los cariocas que viven este deporte con pasión y todo al módico precio de 5 euros. Qué tomen nota en San Mamés.



El sábado por la noche es también un buen momento para tomarle el pulso a esta ciudad. Es como la Semana Grande de Bilbo: todos en la calle, bailando, pero bailando de verdad. Y te das cuenta de los rígidos que somos por mucho que lo intentemos. Está claro que para esto hay que nacer.


Pero Río también muestra su lado negativo: el de la seguridad. Por algo se jacta de ser una de las ciudades más peligrosas con unos altos índices de violencia. Y aunque en ningún momento nos sentimos inseguros, es cierto que hay algunos aspectos que no pasan desapercibidos: los autobuses urbanos cuentan con cámaras de seguridad, algo que no habíamos visto en ningún otro sitio y llevan el eslogan: “sonría, usted está siendo filmado”. Bloques de viviendas que se asemejan a fortalezas con fuertes medidas de seguridad y unos vallados que ni en la Casa Blanca. En definitiva, Río de Janeiro nos contagia su buen humor y es nuestra entrada a un país que se mueve sin complejos y a ritmo de samba.

Próximo destino: costa brasileña.

Cataratas de Iguazú



Bajo la luz de la luna
Yguasu significa en guaraní “agua grande” y realmente las Cataratas de Iguazú hacen gala de su nombre. Destinamos dos días para visitar este impresionante paraje, una jornada para la parte argentina y otra para la brasileña. Y es que merece la pena visitar los dos lados, ya que al ser las de Argentina las cataratas más espectaculares, se aprecian mejor desde la parte brasileña.

En el Parque Natural de Argentina destaca “La Garganta del Diablo”, donde confluye la mayor masa de agua. Es impresionante la fuerza que tiene este preciado bien que dibuja un paisaje digno del mejor espectáculo natural. El parque brasileño, por su parte, es más pequeño pero permite admirar en todo su esplendor el lado argentino. Es curioso, pero es necesario realizar todos los trámites fronterizos tan sólo para unas horas.

Nos enteramos que el parque argentino se abre al público las noches de luna llena con un número limitado de visitantes. Por este motivo decidimos alargar nuestra estancia un día más para coincidir con tan señalada fecha ya que no queríamos desaprovechar esta oportunidad inigualable. Recorrer las pasarelas sobre el agua bajo la única luz de la luna y en un silencio sepulcral fue una experiencia sobrecogedora. La única compañía que tuvimos en el recorrido fue el ruido del agua y el de los animales que habitan en el parque. Y si de día no nos mojamos en la “Garganta del Diablo”, y eso que íbamos bien provistos con chubasqueros, por la noche a “Lucifer” le dio por escupir litros y litros de agua que nos dejaron como pollos a remojo. Por supuesto nuestros chubasqueros se quedaron en el hostel. Parecía como si nos hubiesen echado baldes de agua por encima. Pero la calada realmente mereció la pena. Además tuvimos mucha suerte porque se avecinaba una gran tormenta que logramos esquivar por escasas horas. A lo lejos vislumbrábamos los rayos de la tormenta que se iba acercando poco a poco. Al día siguiente dejamos Iguazú bajo la lluvia. Esa noche, seguramente, no habría paseo bajo la luna. Dejamos Argentina para regresar dentro de unas semanas.

 Próximo destino: Río de Janeiro (Brasil).

Cafayate



La Ciudad Sagrada de Quilmes

Tras empaparnos de la impresionante historia de las momias de Salta, pasear por sus calles y conocer su animada vida nocturna, decidimos alquilar un coche para tres días con la intención de recorrer tierras norteñas. Y llegamos a Cafayate que es famoso por sus vinos, muchos de ellos conocidos internacionalmente como por ejemplo el torrontés que por supuesto degustamos. Es la Rioja-Alavesa de Argentina y es una zona que está rodeada de viñedos y bodegas. Para llegar cruzamos el Parque Nacional de los Cardones, una zona árida plagada de cactus de dimensiones desproporcionadas.


Y Cafayate nos depara otra sorpresa: a unos 50 kilómetros se encuentran las ruinas de Quilmes. Muchos siglos antes de la llegada de los invasores, esta ciudad fue el centro de desarrollo social y cultural de la comunidad india de Quilmes, donde se encuentran además los centros ceremoniales y los restos de los que murieron en la defensa del territorio ante la invasión colonial, convirtiéndose en un símbolo de la resistencia de la Nación Diaguita ante la invasión extranjera. Aunque cuando llegaron los Incas a este territorio convivieron en armonía, la comunidad de Quilmes ofreció una gran resistencia a los colonizadores. Concretamente necesitaron 130 años para derrotar al pueblo indígena. Es por ello que para los locales esta extensión toma el carácter de “Ciudad Sagrada” y como legítimos herederos solicitan la restitución de su patrimonio ancestral que les fue expropiado y explotado para fines comerciales sin su consentimiento.

Para los integrantes de la Nación Diaguita “El Territorio” es el lugar que ocuparon miles de años antes de la conquista. Al parecer y según nos explican los locales, en 1977 el estado expropió al pueblo de Quilmes 206 hectáreas de tierras tradicionales y se entregó la concesión de las mismas a un empresario que construyó un hotel con piscina y que utilizaba las ruinas para su propio interés, todo ello sin el consentimiento de la comunidad. Tras un largo proceso judicial, se rescindió el contrato al empresario y aunque la comunidad reclamó en reiteradas ocasiones el sitio sagrado, no fue hasta 2008 cuando decidieron tomar posesión de la Ciudad Sagrada entrando en las instalaciones y expulsando al empresario. Desde entonces se encargan de mostrar al visitante la ciudad, aunque el museo y el hotel están cerrados hasta resolverse el proceso judicial. Si a alguien le interesa recabar más información sobre la comunidad india de Quilmes existe una web: http://www.comunidadindiaquilmes.org/.


Tras recorrer la zona de Cafayate nos aventuramos a realizar en coche el famoso recorrido del Tren a las Nubes. Se trata de una locomotora de carbón que sale desde Salta y llega a San Antonio de los Cobres, adentrándose en parajes impresionantes a más de 4.000 metros de altura. Este tren sólo sale los sábados y como no coincide con nuestra estancia, decidimos hacerlo en coche, ya que la carretera discurre paralela a las vías. El recorrido es atractivo por unos caminos sin asfaltar, pero San Antonio de los Cobres nos defrauda ya que carece de interés. Y deshacemos el camino para regresar a Salta, donde nos espera el hostal de César y Sara que nos tratan como si fuésemos sus propios hijos. Es por ello que casi nos sentimos como en casa.


Próximo destino: Cataratas de Iguazú.

Salta (Argentina)


Los niños de Llullaillaco

La ciudad de Salta es nuestro primer contacto con Argentina. Nos quedamos en este municipio porque está a medio camino entre San Pedro de Atacama y las Cataratas de Iguazú. Pero Salta nos depara una sorpresa: las momias mejor conservadas del mundo se exhiben en un museo de esta ciudad. Son conocidas como “Los Niños de Llullaillaco”. Se trata de tres niños bautizados como: "La Doncella", "La Niña del Rayo" y "El Niño", que fueron hallados en marzo de 1999 en la cima del volcán Llullaillaco, en los Andes, a 6.739 metros de altura, junto a más de 150 objetos que componen su ajuar. Las condiciones ambientales de la alta montaña garantizaron el excelente estado de preservación en el que fueron halladas. Casualmente, National Geographic Chanel estrena en la tele un reportaje sobre estas momias que nos motiva para visitar el Museo de Alta Montaña, que fue creado en Salta para exhibir este patrimonio.

En el museo se muestra el ajuar y de forma rotativa una de las tres momias. Nuestra visita coincide con "La Niña del Rayo", que tenía algo más de 6 años cuando murió. Está sentada con las piernas flexionadas, las manos semi-abiertas apoyadas sobre los muslos y su rostro en alto. Su nombre se debe a que según las investigaciones, tras su entierro, la elevada temperatura de una descarga eléctrica quemó parte de su rostro, cuello, hombros y brazos, como sus prendas y parte de su ajuar. La momia se exhibe detrás de un cristal donde se encuentra a una temperatura adecuada y con una luz tenue para conservar su estado. Parece dormida. Se pueden apreciar todos los detalles de su indumentaria, incluso sus dientecitos de niña. Es increíble mirarle a la cara. Te atrae y no puedes dejar de mirarle, y piensas que en cualquier momento va a abrir los ojos y te va a pegar un susto de muerte.

Es curioso, pero las momias mantienen intactos sus órganos y gracias al buen estado de conservación los expertos han realizado interesantes investigaciones que han aportado datos muy curiosos como que “La Doncella” tenía un problema respiratorio, estaban bien alimentados o que no tenían caries, etc. Al parecer no fueron sacrificados, sino que se les dejó dormidos en el interior de la montaña. Según los investigadores, los "Niños del Llullaillaco" fueron los protagonistas de la máxima ofrenda realizada por los Incas a sus dioses en una ceremonia denominada "Capacocha". Al aparecer fueron elegidos por su perfección física y por su condición política y social y fueron conducidos a la cima del volcán, a la tumba Inca encontrada a mayor altura. Es increíble cómo tres niños de 15 y 6 años pudieron andar kilómetros y kilómetros durante días, para luego ascender a esa altura y llegar vivos.
Lo cierto es que toda la historia en torno a los tres niños nos fascina. La fotografía que hemos elegido la hemos cogido prestada de Internet porque, como es lógico, dentro del museo está prohibido sacar fotos.
Próximo destino: Cafayate.

San Pedro de Atacama (Chile)

Un paseo por la luna

Abandonamos Bolivia con la sensación de dejar atrás un país que nos ha calado hondo. Esperamos que los bolivianos miren por fin al futuro con esperanza. Después de un breve trayecto en autobús pasamos la frontera y llegamos al municipio chileno de San Pedro de Atacama, la puerta de entrada al desierto de Atacama, uno de los más áridos del planeta y que atrae a muchos visitantes. Es por ello que nada más pisar territorio chileno, los precios se disparan. Según nos dicen, San Pedro de Atacama es uno de los lugares más caros del país. Y eso que el pueblo no ofrece muchos alicientes, aparte de hoteles de todas las categorías, restaurantes y agencias de turismo, pero el tirón turístico es el que manda.

Aprovechamos nuestro paso por Atacama para visitar el Valle de la Luna y el Valle de la Muerte, algunos de los lugares más representativo del desierto. Para ir al Valle de la Luna que se encuentra a 16 kilómetros, alquilamos unas bicicletas. El paisaje es espectacular. Durante miles de años la erosión ha moldeado un paisaje único de color rojizo, concediéndole un aspecto lunar. El recorrido es sencillo ya que casi todo es llano. Se realiza fácilmente y es muy gratificante recorrerlo en bicicleta. A la excursión se nos une un nuevo compañero: un perro pastor alemán que nos acompaña durante todo el recorrido y que incluso hace de guía. El chucho es casi el único ser vivo que vemos por este paraje, ya que estamos completamente solos, un aspecto que todavía aporta mayor grandiosidad al lugar.

 
Al día siguiente nos toca al Valle de la Muerte, un paraje a 4 kilómetros de San Pedro, salpicado de curiosas formaciones rocosas. La acumulación de arena durante miles de años ha moldeado unas dunas espectaculares donde se puede hacer snow. Después de alquilar una tabla nos vamos andando hasta el valle. Deslizarse por las dunas tiene su punto pero es totalmente diferente a la nieve y lo peor es que después de bajar no hay remonte. Y subir la duna de casi 100 metros de altura es duro, sobre todo después de haberla subido más de diez veces. Pero merece la pena ya que el paisaje es espectacular y hacer snow en el desierto es por decirlo de alguna forma, algo curioso. Dejamos Chile de momento, para volver en noviembre.

Próximo destino: Salta (Argentina).

Salar de Uyuni



Un gran mar de sal

Hace millones de años fue el fondo de un océano, pero la tierra se levantó y dejó un gran mar blanco a 3.600 metros de altitud. Se trata del Salar de Uyuni, un gran desierto de sal que abarca una extensión de 12.500 kilómetros cuadrados y que va creciendo. No te puedes ir de Bolivia sin visitar el Salar. Para ello hay que acercarse hasta el pueblo de Uyuni donde contratas una excursión de varios días.


Después de nueve horas de autobús por una carretera sin asfaltar llegamos por fin a Uyuni, un pueblo que no tiene mucho encanto y que vive del turismo que atrae el Salar. Y nada más llegar comienza el dilema. Qué compañía elegir para realizar el tour ya que hay más de medio centenar y todas prácticamente ofrecen el mismo recorrido. La diferencia está en el servicio, porque habíamos oído de todo: que si los coches se quedaban tirados por falta de mantenimiento, los guías no abrían la boca, las comidas pésimas. Leemos en un foro que un tal Roberto había puesto en marcha una iniciativa muy práctica: confeccionar una lista de las agencias, recoger las opiniones de los que volvían de las excursiones y así elaborar un ranking para orientar a gente como nosotros. Nos plantamos en el bar de Roberto y nos dice que la iniciativa, que por cierto había puesto en marcha con gran éxito, tuvo que retirarla por amenazas reales de muchas compañías que no veían con buenos ojos el ser evaluados. Una pena. Y así se lo decimos al simpático Roberto que nos atiende muy amablemente y nos da mucha información. Nos recomienda una excursión de cuatro días a pesar de que lo habitual suele ser de tres, pero un día más permite disfrutar con más tranquilidad del Salar. Agradecemos a Roberto toda la información que nos presta y le animamos a que reanude la interesante iniciativa.


Como tenemos tiempo de sobra, contratamos un tour de cuatro días, que al final hasta se nos quedan cortos. Nuestros compañeros de grupo van a ser tres franceses, ¡cómo no!, porque parece que tiene descuentos en Perú y Bolivia, y un británico. Y nuestro guía Edgar al que bautizamos desde un principio como “el capullito”. Sin duda el mejor guía que nos pudo tocar. Nos reímos con él, nos explica un montón de cosas, hablamos de infinidad de cuestiones, en definitiva, un profesional con un gran sentido del humor que propició que la excursión fuese todo un éxito. Y todos nos subimos al todoterreno, el que será nuestro medio de transporte en los próximos días.


Al adentrarte en este inmenso salar te sientes como algo insignificante, una pequeña parte en medio de los 12.500 kilómetros cuadrados. Es un gran desierto blanco en el que pierdes la noción de las distancias. Un cielo azul oscuro, sobre una inmensidad blanca, rodeado por los Andes. Increíble. Recorres kilómetros y kilómetros y da la sensación de que apenas has avanzado un milímetro. La grandiosidad del Salar y el infinito blanco nos dejan mudos. Es por ello que sin duda hemos decidido incluirlo en nuestro Top Ten de maravillas naturales.


La primera noche dormimos en un hotel de sal muy básico pero muy acogedor. Y al día siguiente madrugamos para hacer un trekking de cinco horas al volcán Tunupa (5.181 metros). A estas alturas “barbie trekking” está en forma y ni rechista, y eso que a esta altitud cuesta dar un paso. Después nos subimos de nuevo al todoterreno para visitar la isla Inca Huasi, llena de cactus con formas curiosas. La temperatura poco a poco va descendiendo. El tercer día salimos del Salar. Vamos pasando por el desierto y va cambiando el paisaje. Es espectacular, lagunas altiplánicas y la Laguna Colorada que tiene este color por los minerales. Cada vez empieza a hacer más frío. Nos preparamos para esta tercera noche que nos han dicho que el termómetro baja hasta 30 grados bajo cero. No fue para tanto, sólo bajó hasta menos 20 grados. Pero no pasamos frío durmiendo. Madrugamos y entonces sí que hace un frío que pela. Pasamos por los géiseres y la Laguna Verde y antes de desayunar nos metemos en unas aguas termales. Aunque hace un frío de espanto fuera, el agua está deliciosa. Acabamos el tour y nos deja en la frontera con Chile. Nos despedimos de nuestro Edgar y de Bolivia.

Próximo destino: San Pedro de Atacama (norte de Chile).

VALORACIÓN BOLIVIA:

Abandonar Bolivia nos ha provocado una sensación de morriña. Echamos en falta a su gente y a sus lugares llenos de vida. Es un país que nos ha sorprendido gratamente y nos ha cautivado. Y los causantes han sido un cúmulo de factores: la amabilidad de la gente, el paisaje prácticamente virgen e intacto, la vida que desprende y su política que a nadie deja indiferente. Preguntamos sobre este tema directamente a la gente con la que entablamos relación, no nos cortamos, y sobre lo que opinan del gobierno de Evo Morales. Lo bueno es que todos tienen una opinión y a la gente le gusta hablar de política.


Entre los detractores de Evo Morales nos hemos encontrado gente que asegura que tiene un proyecto político, pero no social y que se centra únicamente en una parte de la población. Por su parte, los defensores a ultranza confían en el presidente y en su política y están convencidos de su reelección. Y tal vez no confían en un presidente sino en Evo Morales, porque Bolivia ha tenido muchos presidentes y las corruptas y desastrosas políticas que han implantado hasta ahora han dejado a un lado a la mayoría de la población, provocando que sea uno de los países más pobres de Sudamérica. Bolivia no se merece que nadie le trate así. Nosotros hemos visto proyectos en marcha, como carreteras que se están asfaltando, luz eléctrica llegando a los pueblos más remotos, saneamiento, sanidad para todos, ayudas a la educación, un intento por acabar con el analfabetismo, comedores sociales, bonos para los mayores sin recursos… En definitiva, se está impulsando una política para ofrecer una cobertura a los que hasta hora estaban apartados y olvidados. Por supuesto con sus aciertos y sus desaciertos. Pero lo que no entendemos es el motivo por el que estas iniciativas molestan tanto a los detractores de Evo Morales. A los que preguntamos, nadie nos dio una respuesta convincente.

Potosí y Sucre




Por las entrañas de la Pachamama


“Soy el rico Potosí, del mundo soy el tesoro, soy el rey de los montes, envidia soy de los reyes”. Nuestro próximo destino pasa por la ciudad de Potosí, declarada Patrimonio de la Humanidad y que da nombre a un refrán muy extendido: “vales un Potosí”. El significado procede de las minas que desde que comenzaron a explotarlas en el siglo XVI, proporcionaron toneladas de plata a los conquistadores durante siglos.



Potosí está situada bajo el Cerro Rico (4.800 metros de altitud) y su nombre lo dice todo: durante siglos sufragó con el mineral que salía de las entrañas de la montaña numerosas guerras de los conquistadores.


Decidimos hacer una visita a las minas y para ello tenemos que vestirnos con el atuendo de un minero y de esa guisa nos adentramos en las entrañas de la Pachamama. ¡Soy mineroooo!. Aunque lo parezca, la visita no es ninguna broma. Hay que entrar por túneles excavados, sin luz, que en muchos tramos no te permiten ponerte de pie, además de inhalar un aire lleno de polvo y andar por el barro. Se trata de un laberinto de galerías excavadas durante siglos que han provocado que las entrañas de la Pachamama se parezcan a un queso gruyere.



Las minas están bajo el control de cooperativas y todavía te encuentras con mineros que trabajan en las mismas condiciones que en el siglo XVI, tratando de extraer las agotadas riquezas: sin ningún tipo de protección, ni control, ni adelantos tecnológicos, trabajando con pico, pala y barreños, y lo más fuerte de todo es que da la sensación de que excavan donde mejor les parece.

Nos explican que cada uno de ellos decide cuándo y cuánto tiempo trabajar. Algo así como: me voy a la mina a trabajar un rato, a ver si hay suerte y saco algo. Perseguirán un sueño, el de hacerse ricos, pero de momento el único aliciente que tienen es masticar la hoja de coca. Las instalaciones dejan también mucho que desear y probablemente no habrán cambiado mucho desde el siglo XVI.

La hoja de coca, el tabaco y alcohol de 96 grados son primordiales en las minas. Son también las ofrendas al Tío (foto), un personaje con imagen de demonio que te lo encuentras dentro de las galerías y que protege a los mineros. Pero a pesar de las ofrendas, la mina se sigue cobrando sus vidas. Nos explican que las mujeres no pueden entrar a trabajar dentro de las minas, pero sí fuera, seleccionando lo que sale de dentro. Antes de entrar, te invitan a comprar tabaco, alcohol, hoja de coca y ¡dinamita!, para ofrecerles a los mineros. Lo de la dinamita no nos queda muy claro, pero cuando ves las condiciones en las que trabajan te percatas que la hacen estallar donde mejor les parece.


Potosí fue una ciudad económicamente muy fuerte y creció gracias a las minas. Se instaló incluso una Casa de la Moneda que se puede visitar y que merece la pena porque es parte de su historia. Para explotar las minas, los conquistadores se aprovecharon de la “mita”, una institución inca que obligaba a trabajar cada siete años un periodo de cuatro meses. Además de los indios, introdujeron también esclavos negros para trabajar en condiciones infrahumanas, pero al parecer se morían como moscas.


De Potosí nos llevamos la sensación de que en su época fue una ciudad que vivió un gran esplendor económico. Tal vez fue el tesoro del mundo, pero las riquezas se las llevaron en barcos y dejaron un cerro que ya no da más de sí.


De Potosí nos vamos a Sucre, una ciudad universitaria que alberga varias facultades y que merece una visita ya que es muy agradable.


Próximo destino: Salar de Uyuni.

28 de agosto





Día de reflexión

Hoy 28 de agosto hemos decidido que vamos a dedicar este día a la reflexión. Hace un año se murió tía Bego y por eso hoy nos acordamos de todos, sobre todo de amama, Pepe y tía Carmen, y de forma muy muy especial de Izaro. Hoy hacemos un parón para acordarnos de tía Bego que seguro que una parte de ella ha venido con nosotros. En cierta manera ella tiene un poco la “culpa” de este viaje, porque sin saberlo nos enseñó que hay que disfrutar de la vida a tope. Es por ello que queremos que sea un día para la reflexión sobre la efímera distancia entre estar y no estar aquí. Os invitamos a todos a reflexionar y que nadie tenga miedo a cumplir sus sueños. Carpe diem.


La Paz-BOLIVIA


Las dos Bolivias


Cambiamos de nuevo de país y atravesamos la frontera hacia Bolivia, nuestro próximo destino. Se trata básicamente de una frontera política ya que las escenas se repiten: las caras de la gente, las indumentarias, el idioma, etc. A pesar de estar divididos por una frontera, Perú y Bolivia tienen muchas cosas en común: comparten historia, cultura, tradiciones, e idioma.

Llegamos a La Paz, la capital más alta del mundo (3650 metros de altitud). Se trata de una gran ciudad, caótica, llena de coches de sexta mano y gente, mucha gente en la calle. Miles de viviendas van ocupando la ladera de la montaña, como si literalmente estuviesen colgadas.

Llegar a La Paz es como aterrizar en un enjambre de puestos de venta de todo tipo que no sólo ocupan las aceras, incluso también el asfalto de la carretera. Es como un gran centro comercial, pero al aire libre. Puedes encontrar puestos de venta de libros, frutas y verduras, productos de limpieza, fetos de llamas, kits de ofrendas a la pachamama, complementos electrónicos, comida, y un largo etcétera. Hasta es posible que te preparen una pizza debajo de un semáforo. Esto es La Paz.

Llegamos el 1 de agosto, día de la ofrenda a la Pachamama y nos encontramos con una curiosa tradición: encienden hogueras en las entradas de las tiendas para que el humo las purifique, un humo que se adueña de todo el establecimiento para la curiosidad de los nunca hemos participado en tan curioso ritual.

En La Paz conviven las dos Bolivias: la que domina económicamente con sus rascacielos (aunque no tienen nada que ver con los de una capital europea) y la que subsiste como puede. Sin duda y tras conocer las dos, nos quedamos con la segunda. A pesar de sus limitaciones y su cruda realidad es más rica y está más llena de vida. Y obviamente también nos hemos encontrado las dos Bolivias enfrentadas políticamente: la defensora a ultranza de Evo Morales, a quien consideran un dios y la detractora del presidente y su política.

La realidad y las contradicciones de esta ciudad nos atrapan desde un primer momento. A pesar de la fama de insegura y caótica que tiene, a nosotros nos atrae y decidimos dedicarle varios días. Callejeamos, visitamos los edificios más emblemáticos y miramos con curiosidad los puestos de venta. Uno de los días de nuestra estancia en La Paz lo compartimos con las chicas de Valladolid y Palencia que conocimos en el lago Titicaca y con las que volvemos a encontrarnos.

Ibon en bici: uno de los días me fui a hacer un descenso en montain bike por la llamada “Carretera de la Muerte”. Es una las actividades que tenía marcada en rojo en este viaje. Consiste en un descenso de 60km que comienza a una altura de 4700m y acaba a 1200m. Es una carretera estrecha de grava con un barranco a uno de los lados por el que hasta hace 3 años circulaban los vehículos pero que ahora como han hecho una nueva carretera, ya no hay el trafico de antes. El descenso no tiene mayor dificultad ya que no es muy pronunciado y casi no hay tráfico (en todo el descenso solo nos cruzamos con dos coches). A poco que andes en bici, el descenso no entraña peligro. El problema es que este descenso es muy popular y lo hace mucha gente y por lo tanto hay algunos que no han cogido una bici desde la comunión y se creen Marco Pantani. Fue lo que le ocurrió a un rumano que justo delante de mí se dejó media cara, además el guía nos dijo que hacía unos meses una chica se cayó por el barranco y …..caputo. Pero la verdad es que el descenso está muy bien ya que las vistas son espectaculares y hacer algo fuera de lo habitual te hace desconectar un poco. Te dejan unas bicicletas que no están nada mal (con frenos de disco), además de guantes, casco y una especie de chándal. El desplazamiento es en furgoneta. Te dan desayuno y comida y al final te regalan una camiseta. Todo por 20 euros. La verdad es que merece la pena.

Lorea aprovecha el día para pasear por La Paz y llevar la ropa a limpiar a una lavandería que falta nos hacía. Tenía ganas de ir al cine a ver una peli, pero la cartelera motiva bien poco y no hay mucha elección, por lo que decide posponer la sesión de palomitas hasta una mejor propuesta.Otro de los días decidimos hacer una visita a las ruinas de Tiahuanaco, un enclave situado a unas dos horas de La Paz en autobús público que se convierten en cuatro. Cosas de Bolivia. Antes de que los conquistadores llegaran o incluso antes de que los incas edificaran su imperio, la misteriosa ciudad de Tiahuanaco yacía ya en ruinas. Sus moradores desaparecieron, pero los restos que dejaron daban fe de una poderosa y antiquísima civilización. La verdad es que hoy en día poco o nada queda de aquel pasado y lo que queda de Tiahuanaco, no hace justicia a lo que debió ser. Los saqueos y la poca protección e interés que han dedicado al enclave han provocado que a nuestro parecer, no merezca la pena una visita. Y menos pagar la desorbitada entrada (8 euros), ya que apenas queda nada de lo que fue y ni siquiera te haces una idea. Una verdadera pena.

Próximo destino: Potosí y Sucre

Lago Titicaca

Regreso al pasado




Según los incas el lago Titicaca es el origen de todo, el lugar del que emergió el dios Sol para crear al primer inca. El lago navegable más alto del mundo (3.812 metros de altitud sobre el nivel del mar), es una gran masa de agua dulce que se extiende entre Perú y Bolivia y está salpicada por más de 40 islas, algunas de ellas habitadas por comunidades que viven de la pesca, la agricultura y desde no hace mucho tiempo han abierto sus casas al turismo, como una forma de obtener ingresos. Se trata de un turismo muy controlado ya que son las propias comunidades las que planifican la estancia.


Y movidos por la curiosidad de conocer esta realidad, nos fuimos para el Titicaca. El plan era visitar las islas flotantes de totora de los Uros y las islas de Amantaní y Taquile. Cogemos un barco desde el puerto de Puno y llegamos al territorio de los Uros (foto). Son unas islas artificiales elaboradas con juncos de totora, lo que nosotros conocemos como cañas, confeccionadas con técnicas heredadas de sus antepasados los incas. La sensación de pisar la isla es curiosa: es como desplazarse por una superficie de goma espuma. Los Uros dejaron la tierra firme huyendo de los colonizadores y construyeron sus casas también de totora en el mismo lago sobre estas islas artificiales que no tienen más de 50 metros de diámetro. Lo curioso del tema es cómo en pleno siglo XXI siguen viviendo de esta forma que nos resulta tan extraña. Aunque las islas están ancladas al lecho del lago, es difícil acostumbrarse a “flotar” sobre los juncos de totora y estar completamente rodeado de agua en un espacio tan pequeño. Para ellos es algo natural.


De esta isla nos desplazamos a Amantaní, donde vamos a pernoctar. Nada más descender del barco, unas señoras nos reparten a todos los que llegamos en las diferentes casas de los lugareños que están dispuestos a acoger a viajeros. La comunidad ha decidido abrir sus casas a los que quieran visitarles y al parecer se reparten los ingresos. En la isla no hay hoteles ni restaurantes, lo que ofrecen son sus viviendas e invitan a compartir su estilo de vida.


A nosotros nos toca la casa de Ricardina que ha acondicionado una habitación junto a su vivienda para los visitantes. La casa carece de luz y agua y está edificada con adobe, como todas las de la isla. Es curioso que estando rodeados de agua dulce, carezcan de este bien tan preciado porque no pueden correr con los gastos de una bomba. Ricardina, ataviada con el vestido típico que es el que usa a diario, habla justo justo castellano. Vive con sus hijos, nietos y su madre y su padre, estos últimos sólo se comunican en quechua.


Entablamos una conversación con nuestra anfitriona y nos dice que le gusta que les visiten. Pero nos damos cuenta que la percepción del mundo que tienen se limita al perímetro de la isla. Comemos y cenamos en su cocina, a la luz de las velas y junto a una especie de fuego bajo que sirve también para cocinar en unos pucheros que bien pasarían por reliquias de museo. Nos da la sensación que hemos retrocedido no uno, sino varios siglos, pero estamos a gusto. Nos acomodan en una pequeña mesa en la que casi no entramos los dos y en el suelo se sienta el resto de la familia, como algo habitual en ellos. El humo del fuego inunda la oscura habitación. Ni siquiera nos vemos las caras y hablan entre ellos en quechua. Nos observan como a marcianos. Fue algo realmente surrealista pero que está guardado en nuestro disco duro para siempre. Nuestra habitación es básica pero está bien. Cuenta con un orinal debajo de la cama. Importante tenerlo en cuenta.


Por la tarde subimos al templo inca del Pachatata (dios padre) y contemplamos un atardecer inolvidable con el lago Titicaca como protagonista y la cordillera de los Andes nevada al fondo.
Por la noche Ricardina nos viste con los trajes típicos y nos lleva a una “fiestuqui” donde coincidimos todos los visitantes. Nos echamos unos bailes un tanto sosos pero hay que destacar las manos de Ricardina. Es como si tuviesen una doble piel, gruesa y áspera, que le protege del frío. Es obvio que estas personas están hechas de otra pasta debido a las duras condiciones a las que están expuestas. Ricardina tiene 48 años y aparenta 70. Se dice de estos lugareños que cuando pisan tierra firme se les aclara hasta la piel. Sin duda toda una experiencia.


Al día siguiente, después de despedirnos de la familia, nos dirigimos a la isla de Taquile donde son fiestas y está todo el pueblo en la plaza viendo las danzas regionales. Vamos, como Sanmigeles de Iurreta. En esta excursión conocemos a tres chicas muy majas de Valladolid y Palencia, Ruth, Irene y Bego. Ellas sí que habían conocido la cruda realidad de Perú, ya que estuvieron varias semanas en Lima colaborando a través de una ONG, impartiendo clases de apoyo a niños más desfavorecidos de la capital. Aprovechaban los últimos días de su estancia para recorrer los lugares más interesantes de Perú y Bolivia. Nos contaron algunas experiencias que vivieron en Lima de quedarte con la boca abierta. Esa era la cruda realidad.





Próximo destino: Bolivia.


VALORACIÓN DE PERÚ: Perú ofrece una variedad muy amplia de alternativas que hacen que sea un destino muy recomendable. Machu Picchu es la reina y realmente se gana el calificativo. Este país cuenta con numerosos alicientes que bien merecen una visita: enclaves arqueológicos impresionantes, un pasado muy rico y ciudades que lo avalan y maravillas naturales que sorprenden. Además es un destino muy económico, excepto Machu Picchu, que hace gala de encontrarse entre las siete maravillas del mundo que se nota también en el precio. Respecto al transporte por carretera se pueden encontrar compañías de calidad y seguras. Además hay alojamiento para todos los gustos y bolsillos. Nos hubiese gustado hacer una visita al norte del país, pero otra vez será.

Machu Picchu




“Invocando a la Pachamama”

Adentrarse al amanecer en Machu Picchu es una de las sensaciones más gratificantes que hemos sentido. Tal vez contamos con un factor añadido como es la predisposición que tenemos desde hace tiempo por visitar este enclave arqueológico. Nada más entrar en el yacimiento te das cuenta que es un emplazamiento con mucha fuerza. El paisaje que rodea a Machu Picchu, junto a las perfectamente conservadas ruinas y al cansancio del ascenso y al madrugón, hacen que te emociones. Y precisamente nada más rebasar la puerta de entrada, Lorea se emocionó y se echó la llorera del siglo junto a otra chica que no conocíamos de nada pero que también sintió la misma emoción. Unidas a moco tendido por el espectacular paisaje y rodeados del silencio del majestuoso lugar, las dos no dejaban de repetir entre sollozos: ¡mira qué bonito!.

Machu Picchu (2.630 metros de altitud) nos ha desbordado. Ha sido una experiencia espectacular. Durante las tres primera horas dentro del recinto no abrimos la boca y nos sentamos para admirar el amanecer totalmente en silencio y ensimismados con lo que veíamos. Impresionante. La magia de Machu Picchu es un cúmulo de sensaciones para todos los sentidos. Y es el entorno el que le agrega la dosis de magia: un promontorio rocoso inaccesible donde se instalaron los incas, bajo la mirada del Wayna Picchu que es el monte que hace famoso a Machu Picchu y que se ve en todas las fotografías, y en el horizonte picos de 6.000 metros nevados. Seguramente no es lo mismo llegar andando de noche y ver el amanecer que plantarse allí, a las 11 de la mañana y en autobús y con todo el recinto lleno de gente. Porque realmente hay mucha gente, pero por algo Machu Picchu es una de las maravillas del mundo y todos tenemos derecho a verlo. Y el sumun llegó cuando contemplando el amanecer y en un silencio total escuchamos desde la punta del Wayna Picchu un irrintzi. Casi nos morimos.

Subimos en el segundo turno al Wayna Picchu y el ascenso es realmente duro, con tramos casi verticales. Pero merece la pena ya que te permite disfrutar de otra perspectiva del enclave arqueológico. Y nos sentimos tan fascinados con este lugar que no salimos del mismo hasta ¡las cuatro de la tarde!, para regresar andado a Aguas Calientes. El esfuerzo, sin duda, merece la pena y con creces. Además nos hemos cargado de la energía positiva que desprende este lugar.


Para subir a Machu Picchu existen varias opciones. Una es realizar el trekking del famoso Camino del Inca que durante cuatro días te adentra por los parajes naturales hasta ascender al enclave. El problema es el precio desorbitado, unos 400 dólares no te los quita nadie y además hay que reservarlo con meses de antelación ya que el cupo está limitado. El precio nos parece una timada teniendo en cuenta lo que ofrece y el dineral que supone en Perú. Por lo tanto nos quedan otras dos opciones: una, subir en tren hasta Aguas Calientes o pegarte una paliza de autobús hasta Santa Teresa y de allí subir andando 10 kilómetros hasta Aguas Calientes. Aunque decantados por esta segunda opción, en un momento de lucidez sacamos cuentas y nos percatamos que lo que nos ahorramos desplazándonos en tren merece la pena por la comodidad que supone, siempre que consigamos los billetes más baratos.


La diferencia no es exagerada ya que la opción del autobús se ha hecho muy popular y ha subido también de precio y además supone más días de desplazamiento. Y conseguidos los billetes de tren más baratos y nos vamos hasta Aguas Calientes, el pueblo que se asienta a los pies de Machu Picchu. Nos entra un poco de bajón ya que está jarreando y nos dicen que lleva tres días lloviendo sin parar. ¡Por una vez que vamos a estar en este lugar y no nos hace mucha ilusión visitarlo lloviendo y con una niebla cerrada!. La noche anterior a la subida invocamos a la Pachamama (la Madre Tierra) y partimos desde Aguas Calientes a las cuatro de la madrugada acompañados con nuestras linternas, bajo una cúpula de estrellas y vislumbrando el perfil de las montañas. La idea es subir andando una hora y media hasta la entrada del recinto con la intención de llegar entre los 400 primeros que nos permitirá apuntarnos en una lista para subir al Wayna Picchu. Por el camino nos encontramos a gente que ha tomado la misma decisión de subir andando. La caminata se nos hace cómoda aunque el desnivel es considerable. Parece que la Pachamama ha escuchado nuestras plegarias y se vislumbra un cielo estrellado que anuncia un espléndido día. Y realmente el tiempo es inmejorable. En toda la visita nos acompaña un sol de justicia. Hay un refrán inca que dice: “Lo que le haces a la Pachamama, te lo haces a ti mismo”, una afirmación que deberíamos tener en cuenta.

Una crítica a los peruanos y que sospechamos que se extenderá a toda Sudamérica: el precio de las entradas a los lugares de interés son diferentes para extranjeros y peruanos. Esta decisión nos parece totalmente injusta y discriminatoria y así lo hemos manifestado en cada una de las entradas que hemos tenido que pagar. A pesar de pedir explicaciones, nadie nos ha dado una razón. La frase utilizada ha sido la siguiente: “si en mi país a un peruano le cobrase el doble por entrar a un museo, ¿sabes cómo nos llamarían?”. Y con cara de pocker nos preguntan: “no, ¿cómo?”. La respuesta: “nos llamarían racistas”. No hay más comentarios y abonamos como extranjeros. Con esta medida nos da la sensación que lo que pagamos es desproporcionado a lo que realmente cuesta.
Próximo destino: Lago Titicaca.