Salta (Argentina)


Los niños de Llullaillaco

La ciudad de Salta es nuestro primer contacto con Argentina. Nos quedamos en este municipio porque está a medio camino entre San Pedro de Atacama y las Cataratas de Iguazú. Pero Salta nos depara una sorpresa: las momias mejor conservadas del mundo se exhiben en un museo de esta ciudad. Son conocidas como “Los Niños de Llullaillaco”. Se trata de tres niños bautizados como: "La Doncella", "La Niña del Rayo" y "El Niño", que fueron hallados en marzo de 1999 en la cima del volcán Llullaillaco, en los Andes, a 6.739 metros de altura, junto a más de 150 objetos que componen su ajuar. Las condiciones ambientales de la alta montaña garantizaron el excelente estado de preservación en el que fueron halladas. Casualmente, National Geographic Chanel estrena en la tele un reportaje sobre estas momias que nos motiva para visitar el Museo de Alta Montaña, que fue creado en Salta para exhibir este patrimonio.

En el museo se muestra el ajuar y de forma rotativa una de las tres momias. Nuestra visita coincide con "La Niña del Rayo", que tenía algo más de 6 años cuando murió. Está sentada con las piernas flexionadas, las manos semi-abiertas apoyadas sobre los muslos y su rostro en alto. Su nombre se debe a que según las investigaciones, tras su entierro, la elevada temperatura de una descarga eléctrica quemó parte de su rostro, cuello, hombros y brazos, como sus prendas y parte de su ajuar. La momia se exhibe detrás de un cristal donde se encuentra a una temperatura adecuada y con una luz tenue para conservar su estado. Parece dormida. Se pueden apreciar todos los detalles de su indumentaria, incluso sus dientecitos de niña. Es increíble mirarle a la cara. Te atrae y no puedes dejar de mirarle, y piensas que en cualquier momento va a abrir los ojos y te va a pegar un susto de muerte.

Es curioso, pero las momias mantienen intactos sus órganos y gracias al buen estado de conservación los expertos han realizado interesantes investigaciones que han aportado datos muy curiosos como que “La Doncella” tenía un problema respiratorio, estaban bien alimentados o que no tenían caries, etc. Al parecer no fueron sacrificados, sino que se les dejó dormidos en el interior de la montaña. Según los investigadores, los "Niños del Llullaillaco" fueron los protagonistas de la máxima ofrenda realizada por los Incas a sus dioses en una ceremonia denominada "Capacocha". Al aparecer fueron elegidos por su perfección física y por su condición política y social y fueron conducidos a la cima del volcán, a la tumba Inca encontrada a mayor altura. Es increíble cómo tres niños de 15 y 6 años pudieron andar kilómetros y kilómetros durante días, para luego ascender a esa altura y llegar vivos.
Lo cierto es que toda la historia en torno a los tres niños nos fascina. La fotografía que hemos elegido la hemos cogido prestada de Internet porque, como es lógico, dentro del museo está prohibido sacar fotos.
Próximo destino: Cafayate.

San Pedro de Atacama (Chile)

Un paseo por la luna

Abandonamos Bolivia con la sensación de dejar atrás un país que nos ha calado hondo. Esperamos que los bolivianos miren por fin al futuro con esperanza. Después de un breve trayecto en autobús pasamos la frontera y llegamos al municipio chileno de San Pedro de Atacama, la puerta de entrada al desierto de Atacama, uno de los más áridos del planeta y que atrae a muchos visitantes. Es por ello que nada más pisar territorio chileno, los precios se disparan. Según nos dicen, San Pedro de Atacama es uno de los lugares más caros del país. Y eso que el pueblo no ofrece muchos alicientes, aparte de hoteles de todas las categorías, restaurantes y agencias de turismo, pero el tirón turístico es el que manda.

Aprovechamos nuestro paso por Atacama para visitar el Valle de la Luna y el Valle de la Muerte, algunos de los lugares más representativo del desierto. Para ir al Valle de la Luna que se encuentra a 16 kilómetros, alquilamos unas bicicletas. El paisaje es espectacular. Durante miles de años la erosión ha moldeado un paisaje único de color rojizo, concediéndole un aspecto lunar. El recorrido es sencillo ya que casi todo es llano. Se realiza fácilmente y es muy gratificante recorrerlo en bicicleta. A la excursión se nos une un nuevo compañero: un perro pastor alemán que nos acompaña durante todo el recorrido y que incluso hace de guía. El chucho es casi el único ser vivo que vemos por este paraje, ya que estamos completamente solos, un aspecto que todavía aporta mayor grandiosidad al lugar.

 
Al día siguiente nos toca al Valle de la Muerte, un paraje a 4 kilómetros de San Pedro, salpicado de curiosas formaciones rocosas. La acumulación de arena durante miles de años ha moldeado unas dunas espectaculares donde se puede hacer snow. Después de alquilar una tabla nos vamos andando hasta el valle. Deslizarse por las dunas tiene su punto pero es totalmente diferente a la nieve y lo peor es que después de bajar no hay remonte. Y subir la duna de casi 100 metros de altura es duro, sobre todo después de haberla subido más de diez veces. Pero merece la pena ya que el paisaje es espectacular y hacer snow en el desierto es por decirlo de alguna forma, algo curioso. Dejamos Chile de momento, para volver en noviembre.

Próximo destino: Salta (Argentina).

Salar de Uyuni



Un gran mar de sal

Hace millones de años fue el fondo de un océano, pero la tierra se levantó y dejó un gran mar blanco a 3.600 metros de altitud. Se trata del Salar de Uyuni, un gran desierto de sal que abarca una extensión de 12.500 kilómetros cuadrados y que va creciendo. No te puedes ir de Bolivia sin visitar el Salar. Para ello hay que acercarse hasta el pueblo de Uyuni donde contratas una excursión de varios días.


Después de nueve horas de autobús por una carretera sin asfaltar llegamos por fin a Uyuni, un pueblo que no tiene mucho encanto y que vive del turismo que atrae el Salar. Y nada más llegar comienza el dilema. Qué compañía elegir para realizar el tour ya que hay más de medio centenar y todas prácticamente ofrecen el mismo recorrido. La diferencia está en el servicio, porque habíamos oído de todo: que si los coches se quedaban tirados por falta de mantenimiento, los guías no abrían la boca, las comidas pésimas. Leemos en un foro que un tal Roberto había puesto en marcha una iniciativa muy práctica: confeccionar una lista de las agencias, recoger las opiniones de los que volvían de las excursiones y así elaborar un ranking para orientar a gente como nosotros. Nos plantamos en el bar de Roberto y nos dice que la iniciativa, que por cierto había puesto en marcha con gran éxito, tuvo que retirarla por amenazas reales de muchas compañías que no veían con buenos ojos el ser evaluados. Una pena. Y así se lo decimos al simpático Roberto que nos atiende muy amablemente y nos da mucha información. Nos recomienda una excursión de cuatro días a pesar de que lo habitual suele ser de tres, pero un día más permite disfrutar con más tranquilidad del Salar. Agradecemos a Roberto toda la información que nos presta y le animamos a que reanude la interesante iniciativa.


Como tenemos tiempo de sobra, contratamos un tour de cuatro días, que al final hasta se nos quedan cortos. Nuestros compañeros de grupo van a ser tres franceses, ¡cómo no!, porque parece que tiene descuentos en Perú y Bolivia, y un británico. Y nuestro guía Edgar al que bautizamos desde un principio como “el capullito”. Sin duda el mejor guía que nos pudo tocar. Nos reímos con él, nos explica un montón de cosas, hablamos de infinidad de cuestiones, en definitiva, un profesional con un gran sentido del humor que propició que la excursión fuese todo un éxito. Y todos nos subimos al todoterreno, el que será nuestro medio de transporte en los próximos días.


Al adentrarte en este inmenso salar te sientes como algo insignificante, una pequeña parte en medio de los 12.500 kilómetros cuadrados. Es un gran desierto blanco en el que pierdes la noción de las distancias. Un cielo azul oscuro, sobre una inmensidad blanca, rodeado por los Andes. Increíble. Recorres kilómetros y kilómetros y da la sensación de que apenas has avanzado un milímetro. La grandiosidad del Salar y el infinito blanco nos dejan mudos. Es por ello que sin duda hemos decidido incluirlo en nuestro Top Ten de maravillas naturales.


La primera noche dormimos en un hotel de sal muy básico pero muy acogedor. Y al día siguiente madrugamos para hacer un trekking de cinco horas al volcán Tunupa (5.181 metros). A estas alturas “barbie trekking” está en forma y ni rechista, y eso que a esta altitud cuesta dar un paso. Después nos subimos de nuevo al todoterreno para visitar la isla Inca Huasi, llena de cactus con formas curiosas. La temperatura poco a poco va descendiendo. El tercer día salimos del Salar. Vamos pasando por el desierto y va cambiando el paisaje. Es espectacular, lagunas altiplánicas y la Laguna Colorada que tiene este color por los minerales. Cada vez empieza a hacer más frío. Nos preparamos para esta tercera noche que nos han dicho que el termómetro baja hasta 30 grados bajo cero. No fue para tanto, sólo bajó hasta menos 20 grados. Pero no pasamos frío durmiendo. Madrugamos y entonces sí que hace un frío que pela. Pasamos por los géiseres y la Laguna Verde y antes de desayunar nos metemos en unas aguas termales. Aunque hace un frío de espanto fuera, el agua está deliciosa. Acabamos el tour y nos deja en la frontera con Chile. Nos despedimos de nuestro Edgar y de Bolivia.

Próximo destino: San Pedro de Atacama (norte de Chile).

VALORACIÓN BOLIVIA:

Abandonar Bolivia nos ha provocado una sensación de morriña. Echamos en falta a su gente y a sus lugares llenos de vida. Es un país que nos ha sorprendido gratamente y nos ha cautivado. Y los causantes han sido un cúmulo de factores: la amabilidad de la gente, el paisaje prácticamente virgen e intacto, la vida que desprende y su política que a nadie deja indiferente. Preguntamos sobre este tema directamente a la gente con la que entablamos relación, no nos cortamos, y sobre lo que opinan del gobierno de Evo Morales. Lo bueno es que todos tienen una opinión y a la gente le gusta hablar de política.


Entre los detractores de Evo Morales nos hemos encontrado gente que asegura que tiene un proyecto político, pero no social y que se centra únicamente en una parte de la población. Por su parte, los defensores a ultranza confían en el presidente y en su política y están convencidos de su reelección. Y tal vez no confían en un presidente sino en Evo Morales, porque Bolivia ha tenido muchos presidentes y las corruptas y desastrosas políticas que han implantado hasta ahora han dejado a un lado a la mayoría de la población, provocando que sea uno de los países más pobres de Sudamérica. Bolivia no se merece que nadie le trate así. Nosotros hemos visto proyectos en marcha, como carreteras que se están asfaltando, luz eléctrica llegando a los pueblos más remotos, saneamiento, sanidad para todos, ayudas a la educación, un intento por acabar con el analfabetismo, comedores sociales, bonos para los mayores sin recursos… En definitiva, se está impulsando una política para ofrecer una cobertura a los que hasta hora estaban apartados y olvidados. Por supuesto con sus aciertos y sus desaciertos. Pero lo que no entendemos es el motivo por el que estas iniciativas molestan tanto a los detractores de Evo Morales. A los que preguntamos, nadie nos dio una respuesta convincente.