Vientiane y Vang Vieng



Vientiane, la capital más tranquila del mundo




Aterrizamos en Hanoi, la capital de Vietnam, donde el caos de motocicletas se apodera de sus calles. Es como una marabunta de vehículos de dos ruedas. Como todavía nos quedan tres semanas antes de que el ciclón zornotzarra, entre ellas Laura la hermana de Lorea llegue a Vietnam y arrase, decidimos darnos una vuelta por Laos, el país vecino. Hemos dejado atrás la comodidad de viajar sin visados de Sudamérica y ahora los necesitamos para entrar en casi todos los países. Sopesamos las posibilidades que tenemos para entrar en Laos y al final nos decantamos por la más cómoda pero más cara: aflojamos la cartera y reservamos un vuelo a Vientiane, la capital de Laos y nos olvidamos de largas horas de autobús y pasos fronterizos, ya que el visado se puede tramitar a la llegada en el aeropuerto.


Y aterrizamos en Vientiane, la capital más tranquila y relajada del mundo. Sus habitantes pasan literalmente de nosotros. Y tal vez contagiados por esta tranquilidad, los laosianos son las personas más amables y buenas que nos hemos encontrado en el mundo. Pero sorpresa: nos topamos con un montón de viajeros extranjeros, algo que no nos esperábamos de ninguna manera. Pensábamos llegar a Laos y estar tranquilos ya que creíamos que no era un destino muy habitual como son Vietnam o Tailandia. Craso error. Pero en Vientiane los coches no pitan, las aglomeraciones no existen, la gente pasea tranquilamente y la vida discurre como si fuese un pueblito de 200 habitantes y eso que es la capital del país. En sus calles se aprecia un conglomerado de estilo laosiano y arquitectura colonial francesa, legado de su pasado más cercano. En el siglo XIX Laos se convirtió en protectorado de Francia hasta 1949, cuando se proclamó república independiente. La capital ofrece la posibilidad de visitar templos budistas, edificios coloniales y pasear por la orilla del río Mekong. Nos gusta Vientiane y su relajado ambiente.


Desgraciadamente Laos es uno de los paises más pobres del mundo y trasladarse por sus carreteras es como un viaje sin fin. 200 kilómetros de recorrido se convierten en seis horas de viaje por unas carreteras muchas veces sin asfaltar. Llegamos a Vang Vieng y ¡sorpresa!. Está lleno de jóvenes adolescentes llegados de todos los rincones del mundo que han localizado en esta pequeña localidad el centro para divertirse e irse de juerga. Desde hace siete años Vang Vieng se ha convertido en una especie de Ibiza pero con río. Nos explicamos. La fiesta se celebra en torno al río donde proliferan chiringuitos de bambú en los que se dispensa alcohol. La gente alquila una especie de neumático hinchable y va descendiendo por el río haciendo escala en los chiringuitos, en los que la música suena a todo volumen. La estampa que nos encontramos es variopinta: gente en bañador, jugando al voleibol en el barro, mientras que unos monjes budistas miran el espectáculo. Estamos alucinados. Es surrealista. ¿Qué pensarán los lugareños de todo esto?. Está claro que el pueblo ha crecido y mucho debido al turismo: está repleto de restaurantes, por cierto muy agradables, donde los jóvenes ociosos se tumban durante horas y horas para tragarse toda la temporada de los "Simpsons" y "Friends" y pasan la resaca entre el humo de la marihuana.


En Vang Vieng nos juntamos con Dani, un granadino asentado en EEUU y con Jorge ¡un berriztarra! al que no conocíamos y que anda viajando por varios meses. Decidimos los cuatro salir de esta vorágine y nos aventuramos a descubrir lo que realmente ofrece este emplazamiento y sus alrededores, lejos de la fiesta. Nos decantamos por un trekking de dos días. Subimos y bajamos montañas, nos bañamos en cascadas, atravesamos cuevas, paseamos por aldeas de comunidades étnicas, cruzamos ríos y observamos la vida de los lugareños. El río es su vida: lavan la ropa, se bañan, juegan y se divierten, se refrescan y pescan. En definitiva, las comunidades dependen del río para vivir. El trekking nos ha encantado a los cuatro. Vang Vieng ofrece muchas alternativas interesantes y es una pena que la gente que lo visita para ir de fiesta no disfrute de ello.


Próximo destino: Luang Prabang.
2 Responses
  1. rosi Says:

    Vuestra pregunta ¿que pensaran los lugareños de todo esto? que el mundo esta loco, locoooooo....
    Trasladarse Kms. de distancia para ir a solamente a beber (que triste) esta es mi opinión.....


  2. Unknown Says:

    si,, seguro que van hasta alli para que no les vean en sus pueblos... jajajaja.....


Publicar un comentario