Gorkha y Bandipur


Una estirpe de feroces guerreros

¿A que nadie sabe que en Nepal hay un pueblo que se llama Gorkha?. Pues sí. Y como nuestros respectivos hermanos se llaman Gorka, pues no nos queda otro remedio más que hacer una paradita para honrarles. Como se encuentra a mitad de camino de las nueve horas en autobús que unen Pokhara y Katmandú, pues nos viene de maravilla parar.


Gorkha o Gurkha, debe su nombre al santo guerrero hindú del siglo XVIII, Guru Gorahnath, cuyos seguidores fundaron la dinastía Gorkha, fundadora del Reino de Nepal. Los gorkhas son conocidos por ser feroces combatientes y servir en unidades especiales de las fuerzas armadas del Reino Unido e India. Ahí queda eso chavales.

Nos plantamos en Gorkha y nos llevamos una grata sorpresa por lo que nos encontramos en este tranquilo pueblito donde apenas hay turistas. A todos les decimos que hemos ido a ver el pueblo porque nuestros hermanos se llaman Gorka y es un nombre vasco muy común. Nos miran como ¡a mi que me dices tía!, ¡como si vienes de la luna!.


Gorkha es un destino importante de peregrinación para los newaris, donde nos encontramos con una joya de la arquitectura newar, Gorkha Durbar, un antiguo palacio de los Shah que domina la ciudad desde una cresta. Es una fortaleza, palacio y templo al que se accede después de subir ¡1.500 empinadas escaleras de piedra!. Lo que hay que hacer por un hermano. El palacio está decorado con increíbles tallas de madera y hay un pabellón donde destacan los tirantes de madera con detalles eróticos muy explícitos. Pero que muy explícitos. El enclave domina todo el valle y las vistas son espectaculares En fechas señaladas es un lugar donde sacrifican cabras, pollos, palomas, y búfalos para honrar a la diosa Kali.


Nos sentamos en la calle para disfrutar de la vida en este pueblito y lo lugareños se nos acercan para hablar, les sacamos fotos, les encanta posar y luego verse en la cámara. La parada ha merecido la pena.


Una mención especial se merecen las tartas de manzana que se elaboran en Nepal. Son gloriosas, tentadoras, exquisitas, en definitiva, Ibon no puede resistirse al encanto de estos manjares. No hay día en el que Ibon no implore por una tarta de manzana. Se pone las botas.


Y de un pueblito tranquilo a otro todavía más apacible, Bandipur. Este enclave, también a mitad de camino, es un museo de la cultura newar. Es un lugar lleno de encanto y pasear por sus tranquilas calles admirando su arquitectura del siglo XVIII y ambiente medieval, es una gozada. Y en Bandipur visitamos ¡una granja de gusanos de seda!. Parece que la producción de seda en este lugar es muy importante. En originales no nos gana nadie.


Una aclaración sobre los newar: son los auténticos embajadores de la tradición artística y representan a la gran mayoría de la población del valle de Kathmandú. Son los responsables, desde el s. IV, del singular estilo de los templos de madera y ladrillo, coronados por una techumbre de pisos superpuestos, similar a la de las pagodas, que contribuyó al prestigio de Nepal.


Próximo destino: Kathmandú.
2 Responses
  1. Lander Says:

    Estoy pensando que el genio ese que saca nuestro gorkuas de vez en cuando... Ya sabemos de dónde le viene... Que tiene ascendientes nepalíes... jajajajajaj


  2. gorka Says:

    Además nadie sabia que tenemos una aerolinea para nosotros solos...el problema es que para viajar barato hay que llamarse gorka..

    www.gorkhaairlines.com

    Por cierto. Yo por mi hermana me fui hasta Australia, asi que vosotros por los dos Gorkas a un pueblucho de caca...jejejeje...


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