Xian



Los Guerreros de Terracota ...... de lejos


Llegamos a Xian tras volar desde Guilin con el propósito de visitar los famosos Guerreros de Terracota. Menos mal que los aeropuertos no están saturados en este país. ¡Qué alivio!. Xian es otra gran ciudad moderna rodeada de una muralla de 14 kilómetros que recorremos a pie. Como seguimos con las celebraciones del Año Nuevo chino nos encontramos con una bonita tradición: los chinos lanzan de noche unos farolillos rojos al cielo con velas en su interior y la imagen de ver las luces sobrevolando la ciudad es peculiar.


En los recovecos de las calles de Xian bulle un mercadillo musulmán que rebosa de vida por la noche. Decenas y decenas de puestos de comida y todo tipo de artilujios se apiñan a lo largo de un concurrido barrio. Cada uno anuncia a gritos lo que ofrece . Nos encanta este barrio por la vida y actividad que desprende cada noche, donde se puede degustar todo tipo de comida conocida y desconocida.


Y nos vamos a ver los Guerreros de Terracota que se encuentran a unos 30 kilómetros de Xian. Se trata de un inmenso ejército de unos 8.000 guerreros y caballos que están dispuestos dentro del Mausoleo de Qin Shi Huang, conocido como el Primer Emperador Qin. El yacimiento fue descubierto por casualidad por unos campesinos en 1974 cuando buscaban agua para combatir la sequía. Casualmente conocemos a uno de los campesinos descubridores del yacimiento. Las figuras están diseñadas a tamaño real y miden 1,80 metros de altura y lo más curioso es que cada una de ellas es diferente, no se repite ninguna. Son increíbles los detalles de sus cabezas, donde se aprecian perfectamente sus peinados y moños, así como los detalles de los bigotes. Se puede apreciar si son jóvenes o viejos e incluso los rasgos de etnias diferentes. Los escultores se lo trabajaron muy bien. Además los caballos y los guerreros que están equipados con armaduras fabricadas también con terracota, están dispuestos en fila a la espera de una orden para atacar. Los uniformes reflejan también los rangos militares a los que pertenecen y cada soldado lleva un arma: arcos, lanzas, espadas... También conforman la exposición unos carros de bronce que fueron encontrados en las excavaciones.

A pesar de la grandiosidad de las figuras, nos llevamos un pequeño chasco ya que tienes que apreciarlas desde lejos, es decir, las estatuas están excavadas en unos fosos situados en unos pabellones y los visitantes las observamos desde la altura, por lo que los detalles se pierden. Una pena y más para los que tienen varias diotrías.

Cerca de Xian, a unos 120 kilómetros, se encuentra Huanshan, una de las cinco montañas sagradas de China. A priori presume de ser uno de los senderos más escarpados del planeta. Ya lo veremos. Después de informarnos decidimos subir a la montaña en teleférico y ascender únicamente dos horas y bajar andando. Una sabia decisión como nos daremos cuenta más adelante. Pero nada más poner un pie en la montaña..... ¡miles de chinos, incluso mayores y niños, ataviados con alpargatas se afanan por subir y bajar por las serpenteantres rocas!, Nunca estamos sólos en este país. En el ascenso nos encontramos con templos taoístas incrustados en la montaña. Las vistas son espectaculares desde la cima. Crestas de roca salpicadas de templos y un serpenteante sendero que desafía a la gravedad. Tras coronar la cima comenzamos las cinco horas de descenso. Y empieza la fiesta. Las miles y miles de escaleras en las que muchas veces no nos entra el pie están esculpidas en la roca y encima en algunas zonas hay hielo y nieve. Además muchos tramos forman un ángulo recto por lo que hay que agarrarse a unas cadenas. El descenso no es cómodo pero es espectacular: visitamos templos por el camino y por una vez en este país nos cruzamos con muy poca gente. Pero los atrevidos que ascienden desde la base de la montaña haciendo frente a las seis horas de subida y a los 2.000 metros de desnivel, ataviados con sus alpargatas y luciendo una sonrisa, son dignos de admiración. Cinco largas horas de descenso.... y la maldición del monte sagrado... Lorea abandona Huanshan con las agujetas más grandes de su vida que le duran cinco interminables días. Parece María Teresa Campos con tacones. Y eso que a estas alturas tenemos el cuerpo y las piernas más que hechas. Menos mal que a última hora tuvimos la brillante idea de subir en teleférico y quitarle cuatro horas de ascenso al monte sagrado. ¡Qué hubiese sido de nosotros si nos da por hacer el vasco y subir andando desde la base!. Probablemente sería otro capítulo.

Próximo destino: Pingyao.

Xinping



Año Nuevo chino en Xinping



Conseguimos sobrevivir a diez horas de autobús litera, tamaño asiático y tapicería de leopardo, que compartimos con 37 chinos, dos ingleses y un austríaco para llegar a Xinping, un pequeño municipio situado junto al río Li. Se trata de una bonita población muy tranquila y acogedora con centenarias casas de madera y calles empedradas y desde la que se pueden admirar las inmensas rocas calizas que caracterizan a este lugar, además de navegar por el río. Un paisaje de postal y de billete de 20 yuanes (es el motivo que ilustra este billete), en el que aprovechamos para recorrer andando las aldeas que viven el día a día con tranquilidad y sosiego, alejadas del bullicio y el trasiego de las grandes urbes. Caminamos sólos entre pequeñas huertas y arrozales, siguiendo la vereda del río y admirando el paisaje que nos rodea: pináculos calizos que dibujan perfiles de cuento de hadas que se reflejan en las apacibles aguas. Las poblaciones rurales chinas viven ajenas al ritmo frenético de las ciudades y sus habitantes sobreviven anclados en el pasado. Incluso pescan en el río con cormoranes, unas aves acuáticas.



En Xinping hace frío y nos volvemos a abrigar. A sacar de nuevo las chaquetas de la mochila, una mochila que por cierto es nuestro único armario en estos 12 meses y de la que siempre sale la misma ropa. Aunque hace un frío que pela, Xinping nos parece un pueblito muy agradable y tranquilo, en el que merece la pena pasar unos días. Y ya empezamos a percatarnos de que somos la máxima atracción de los chinos. Se nos quedan mirando curiosamente y constantemente nos piden que nos saquemos fotos con ellos. En un momento nos encontramos ante treinta personas con sus cámaras: la niña en brazos de Ibon para salir en la foto, el abuelo abrazado a Lorea y todos riéndose y peleándose por salir con nosotros: "ahora me toca a mí ahora a mí". No nos lo podemos creer.


En China constatamos que la ciber censura funciona de maravilla ya que no podemos acceder a nuestro blog ni echar un vistazo a muchas páginas web. Los 30.000 ciber policías chinos hacen bien su trabajo consistente en censurar las páginas que no interesan al gobierno. Una ardua labor, sin duda, pero que gracias a la inestimable ayuda de Gorka, el hermano de Lorea, logramos esquivar. A través de su ordenador seguiremos publicando el blog, que no quede duda.

En Xinping nos alojamos en un hostel muy acogedor y en el que estamos los diez únicos extranjeros del pueblo. Los amables dueños nos invitan a celebrar el Año Nuevo chino con su familia tal y como la disfrutan los chinos. Es como si fuese la Nochevieja para nosotros. Por la tarde, todos juntos, nos reunimos alrededor de una mesa para preparar el menú típico que elaboran las familias chinas. Se trata de una especie de empanadilla rellena de carne picada de cerdo y ternera que vamos preparando cada uno a nuestro gusto. Luego se cuecen y se comen acompañadas con una especie de salsa vinagreta. Nos encanta y está buenísimo. El ambiente es muy acogedor y compartimos este día tan especial con los dueños del hostel y una decena de extranjeros. Tras la cena los chinos se ponen las pilas: los petardos, fuegos artificiales, cohetes, tracas y un sinfín de material explosivo, no dan tregua. Durante toda la noche cargas y cargas de estruendosos petardos. Parece que van a quemar el pueblo. En un momento incluso creemos que estamos sufriendo un bombardeo en toda regla. Pero hay que tener en cuenta que los chinos son los inventores de la pólvora y eso lo llevan en su ADN. Hasta los niños más pequeños lanzan petardos como si comiesen pipas.


De Xinping nos vamos a Yangshuo, un pueblo muy turístico que está lleno de turistas chinos que aprovechan las vacaciones para visitar su país. Y son miles y miles. Aunque sea una leyenda urbana, viendo lo que estamos viendo, creemos si todos los chinos se ponen a saltar a la vez, el planeta sin duda se mueve. Aprovechamos para recorrer sus alrededores haciendo tiempo para que finalice de una vez por todas el Año Nuevo chino 2010.

Próximo destino: Xian.

Reportaje en DEIA



Rapa Nui en DEIA



Cuando visitamos la isla de Rapa Nui aprovechamos para realizar un reportaje para DEIA sobre cómo se vive en la isla más aislada de la tierra. Este es el enlace para el que le interese conocer el día a día de los lugareños, más allá del misterio que envuelve a los moais.


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Hong Kong



¿Hong Kong es China?

Aunque el 1 de julio de 1997 se retiró la bandera inglesa de Hong Kong, esta ciudad goza de un régimen diferente al resto de China. No hace falta visado para entrar, tiene su propia moneda el dólar de Honk Kong, mientras que en el resto de China se utiliza el Yuan Renminbi que significa "moneda del pueblo", e incluso el idioma es diferente al resto del país. Nada más poner un pie en esta inmensa ciudad queda claro que se aplica el modelo administrativo conocido como "un país, dos sistemas", consistente en el mantenimiento de un sistema económico capitalista bajo la soberanía de un país de ideología oficial comunista.

Hong Kong es una mega ciudad vertical y de grandes contrastes, con espectaculares rascacielos que casi tocan las nubes y que incluso triplican en número a los de Nueva York. Grandes rascacielos que se alzan junto a un enjambre de destartaladas viviendas al más estilo chino, que proliferan como champiñones en cualquier recoveco. Esto se debe a que Hong Kong se ha quedado sin espacio para construir, de hecho ha ganado terreno al mar. Esta ciudad es una maraña de edificios, grandes centros comerciales y un tráfico de locura que contrasta con el sistema de metro muy sencillo y muy cómodo. No entendemos cómo otros países del mundo no copian este sistema ya que hasta un niño podría utilizarlo. Callejeamos contagiados por el ritmo frenético de Hong Kong, saboreamos la cocina típica, nos estrenamos con los palillos e Ibon aprovecha para cortarse el pelo. Una china meticulosa le rapa bien las melenas. ¡Ya era hora!.

En Hong Kong no vemos el sol. Una neblina perenne encapota la ciudad todos los días. Pero lo que nos queda claro es que representa un punto estratégico a nivel comercial, ya que el tráfico marítimo de barcos repletos de contenedores que entran y salen es incesante .
En esta ciudad se puede tramitar el visado para entrar en China con un permiso de 30 días. Cuanto más pagues, más rapido te lo tramitan. Peculiariades de un país comunista. Nos alojamos en el hostel más cutre en el que hemos estado en estos ocho meses. Pero es el más barato ya que Hong Kong de barato no tiene nada de nada. Las habitaciones están separadas por sexos y a Lorea le toca una compañera de litera, Maria, una china muy simpática, ¡que guarda un balde de agua debajo de la cama!. Nos vamos con la intriga y sin conocer el uso que le da al barreño. Lorea esperaba atenta cada noche por si a Maria le daba por pescar o sacar peces del balde.

Con el visado chino en la mano nos vamos de Hong Kong. Pasamos los trámites de aduana y el funcionario no reconoce a Ibon en la foto del pasaporte. Se lo llevan a una habitación para que un "experto" chino en reconocimiento facial verifique que el Ibon es el de la foto. Sale riéndose porque siguen sin estar seguros de que es el mismo. ¿Será el corte de pelo estilo Hong Kong?.

Entramos en China y aquí empieza la marcha. Tergiversando las palabras de la profesora de Fama: "Queréis viajar, pero viajar cuesta. Y aquí (en China) es donde vais a empezar a aprender a viajar. Con sudor". Nadie habla una palabra en inglés, todo los carteles están en chino, el lenguaje corporal y los gestos son diferentes a los nuestros .... ¡¡¡Ahhhh!!!. ¡¡Socorro!!, ¡esto es una chinada!. Solo para comprar un billete de tren.... nos las vemos y deseamos. Las colas son interminables, ya que hay que contar que se acerca el Año Nuevo chino y toda la peña, es decir, trillones y trillones de chinos se desplazan porque tienen vacaciones.... ¡que ilusión!. Además nadie nos entiende, menos mal que tenemos una guía que está escrita también con caracteres chinos y vamos con ella en la mano señalándoles dónde queremos ir. Poco a poco tiramos hacia adelante. Pero dudamos si hemos comprado un billete a nuestro destino o si apareceremos en la otra parte del país. Quién sabe. Todo está en chino.

Llegamos a Guanzhuo, otra mega ciudad donde todo el mundo empieza a mirarnos con curiosidad. Se trata de un punto con muy buenas conexiones para empezar a movernos. El chico del hostel nos advierte que va a ser muy difícil obtener un billete de autobús o tren a cualquier sitio ya que en estas fechas es prácticamente imposible. Nos armamos de paciencia y nos vamos a la estación de autobuses con un papel escrito en chino con nuestro destino. Y ¡bingo!. Tras pasar ventanilla por ventanilla y pelearnos con los vendedores a los que no entendemos ni palabra, conseguimos un billete de autobús a nuestro próximo destino, Xinping. Objetivo cumplido.

Próximo destino: Xinping.

TONGA



Dos vascos en la corte del rey de Tonga

¿Alguien ha oído alguna vez hablar de la isla de Tonga?, ¿ocurre algo en Tonga?, ¿quién vive en Tonga?. ¡Tonga ya!. No queremos desaprovechar la oportunidad de estar cerca de las paradisíacas islitas del Pacífico Sur y no visitarlas, ya que desde New Zealand hay muy buenas conexiones y a buenos precios. Miramos las opciones y la única que nos encaja en nuestros planes es…. Tonga. Tenemos cinco días libres antes de irnos a Hong Kong y el único vuelo que se ajusta a nuestro itinerario es el que va a esa isla. Y encima nos informamos y es la más barata, porque estos paraísos suelen salir un poco caros.

Esta es la tierra donde comienza el tiempo, el país más occidental del planeta según el GMT que regula los husos horarios. Es decir, donde empieza el día. Además Tonga es el único territorio de los mares del sur que no ha sido colonizado por un país extranjero, por lo que guarda intactas sus costumbres y cultura. Esto es un aliciente para aventurarnos en esta isla de la que nadie apenas sabe nada. Únicamente que está dirigido por un rey (mal empezamos), y que destaca por la amabilidad de sus súbditos (esto está muy bien). De las 171 islas que conforman el archipiélago, tan solo 41 están habitadas. En Internet apenas hay información sobre estas islas, no son excesivamente turísticas ya que tienen otras vecinas que se llevan el glamour con sus exóticos nombres. (Fiji, Samoa, etc). Pero esta exclusividad nos anima a montarnos en el avión y aterrizar en la isla más auténtica del Pacífico Sur. En el avión somos los únicos extranjeros y el resto está compuesto por familias tonguesas vestidas con sus trajes habituales y fornidos jugadores de un equipo de rugby, el deporte rey de la isla.

Aterrizamos en Tonga sin saber muy bien lo que nos vamos a encontrar. Jarrea. Mal augurio. Localizamos un hotel junto a la playa, Lukualofa o playa del amor en tongano, en el que ¡somos los únicos huéspedes!. Y además hemos pagado la mitad del precio establecido por un pedazo de bungalow. Ya nos gustaría saber cuanto vale esta pedazo habitación en Fiji.

Solo poner un pie en esta isla nos topamos con la amabilidad de los tongueses. Todos nos saludan por la calle. Al parecer es algo habitual dar la bienvenida a los visitantes. Los trajes típicos no son para festivales ni fiestas, son la indumentaria habitual: los chavales van a clase con una falda larga cubierta con una especie de cinturón ancho
de paja. (FOTO). Al igual que los escoceses, los hombres tonganos también utilizan falda aunque más larga.

Estamos alojados junto a una playita de esas de catálogo, aguas cristalinas y transparentes y lo mejor: estamos solos en al playa. Increíble. Nos damos cuenta que hemos venido a la isla mas auténtica de la tierra. Está claro que los lugareños no han sido sometidos a ninguna otra cultura extranjera. Recorremos gratis la isla por la amabilidad de los tongueses, en el hotel se vuelcan para atendernos como a reyes, nos saludan por la calle… En definitiva, la vida discurre tranquila en la isla, viendo pasar el tiempo.


Aprovechamos un día para desplazarnos en barco a otra islita a una hora de la capital, Fafa Island, otro pequeño paraíso de los mares del sur. El mar está salpicado de pequeños atolones muchos de ellos inhabitados y otros únicamente con un hotel.

Otra curiosidad que nos encontramos en Tonga: los cementerios (FOTO). Nos explican que entierran a los muertos y les cubren con un montículo de tierra que adornan con vistosos ornamentos. ¿El motivo?, según nos explican, para que el difunto no pase calor. Está claro que no es necesario ir a destinos caros y con nombres pomposos llenos de turistas para buscar un paraíso. En Tonga lo encontramos y eso que solo conocemos la isla central.
El último día los dueños del hotel nos organizan una fiesta de despedida ¡a nosotros solos!. Bailamos, cantamos, nos deleitan con un espectáculo y nos regalan ngosta. Estamos alucinados porque somos los únicos hospedados en el hotel. ¿Dónde está la mara oculta?. Tanta amabilidad nos desborda.

Nos vamos de Tonga con la sensación de haber tenido el privilegio de pisar una isla auténtica, que todavía no está contaminada por el turismo masivo y destructivo, y aunque pueda ser la más desconocida de la zona, para nosotros es un auténtico paraíso.

Próximo destino: Hong Kong.